![]() |
| MI AMIGO Y COLEGA, JUAN MANUEL ARAGON (EN LA FOTO CON SU HIJA), UN ESCRITOR DE LA PUTA MADRE ME DEDICO ESTE ESCRITO, QUE ME LLENA DE ORGULLO. EN ENERO ESTUVO EN MARDEL HACIENDO AMIGOS |
3 DE FEBRERO DE 2013
Líneas
Para Alfredo Peláez, santiagueño marplatense.
“A veces sucede que un personaje se escapa de las manos de su autor y tiene una vida independiente”, dice Ortiga, con esa manera tan especial que tiene de mover las manos como si estuviera dibujando algo en el aire. Le digo que no debe ser cierto, que muchos literatos lo sostienen para darse dique, como una coquetería del ego. Mirá qué buen escritor que soy que la gente se siente amiga del personaje, conversa con él o lo busca para decir frases famosas. “¿Cómo Martín Fierro?”, pregunta Ortiga. Y sí, le respondo, como Martín Fierro. Los escritores son como los autores musicales, que quieren que sus canciones sean universales o como los poetas, que cifran esperanzas en que algún día sus versos sean recitados por alguno que crea que son del todo anónimos. Para ellos la fama está en desaparecer entre la multitud más que en hacerse visibles.
Ortiga vuelve al ataque: “En realidad me estás dando la razón cuando te digo que los personajes no somos infra dotados a los que un autor cualunque, como vos, va a llevar y traer por donde quiera”. Paso de largo la indirecta y le respondo que es cierto, que no son tontos en tanto y en cuanto el autor no quiere que lo sean. Pero en cambio puede hacer que se enamoren de una mujer, que la repudien, que vayan y vuelvan de cualquier parte, que vivan o actúen de acuerdo a la cantidad de líneas o de palabras que tienen que escribir.
Entonces Ortiga, persistente en sus apreciaciones, me explica que vive independientemente de lo que quiera hacer con él: “Mientras haya un lector que abra estas páginas en el lugar correcto, voy a estar aquí, vos en cambio, un día te vas a morir de verdad y al día siguiente, como suele suceder con los muertos que en vida fueron mediocres, te van a olvidar, en cambio yo voy a respirar en el libro en el que vivo gracias a tu imaginación ponele, pero no estaré muerto”.
Le digo que tiene razón, que no lo había pensado. Pero que, por favor, me deje de conversar porque quiero encarar un cuento en el que será uno de los principales personajes. “¿Yo?”, pregunta. Sí, vos, le contesto. Ahora cállate y dejame escribir tranquilo, por favor.
Amargueando el mate. Frente a la computadora.


No hay comentarios:
Publicar un comentario