A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

viernes, 20 de septiembre de 2013

A 30 AÑOS DE LA MUERTE DEL ANGEL DEL GOL



Por Miguel Angel Bertolotto

Estaba esperando con ansiedad el alta médica, aquel traicionero lunes 19 de septiembre de 1983, hace hoy 30 años. Había sido operado de vesícula, la semana anterior, y la evolución corría por los carriles normales. Le faltaban nueve días para festejar los 65 años. Se levantó de la cama para ir al baño y se desplomó de golpe. Ubaldo Fillol, de visita en la habitación de la clínica de Belgrano, apenas pudo sostener su cuerpo. No hubo caso: un paro cardíaco lo sacó de esta vida. Eran las 18.15. La hora de la muerte de Angel Labruna.
¿Qué fue Labruna? O mejor dicho: ¿qué no fue Labruna?
Como futbolista, fue un crack sin época. Fue un jugador con copyright, que podía devolver una pared con el brillo más reluciente o fusilar al arquero con la practicidad y con la frialdad del que se siente rey en el área rival. Fue un goleador de excepción: el máximo del fútbol argentino, junto al paraguayo Arsenio Erico, con 293 conquistas. Fue un corajudo de esos que ponían su personalidad, su pecho y su mente en acción para hacerle frente a cualquier situación, sobre todo a las más bravas.
Como técnico, fue un respetuoso y acérrimo defensor del fútbol-juego, de la esencia de este deporte que lo apasionaba tanto como River. Fue un jugadorista a ultranza, siempre cómplice de sus dirigidos, también lejos del verde césped, como le gustaba decir. Fue alguien que apelaba a su ojo clínico para elegir a los exponentes que mejor le podían satisfacer sus gustos, sus planteos siempre ofensivos. Fue un abanderado de las explicaciones sencillas, a partir de su dominio de los conceptos fundamentales. Fue un fiel transmisor del fútbol que interpretaba como jugador, sin misterios ni rebusques.
Como una mezcla de todo eso, como personaje inconmensurable, fue un empedernido ganador porque siempre salía a ganar. Fue alguien que se movía en los extremos del triunfo y de la derrota. Fue un tipo que se convertía en protagonista e interpretaba el rol sin pudores. Fue anti Boca como pocos: “Yo siempre viví de Boca... Gracias a ellos me hice famoso”, se agrandaba, apoyado en los 16 goles que le convirtió (nadie alcanzó esa cantidad en los Superclásicos). Fue, sanguíneo como era, un constante peleador con los periodistas: “Soy un viejo chinchudo”, le confesó a este cronista cuando volvió a hablarle después de cuatro años de guerra , enojado por una crítica. Fue un amante del turf, de las barajas y del casino. Fue un chico-grande , con anécdotas imperdibles, con salidas pueriles y socarronas, con cábalas infinitas, con una facilidad asombrosa para mutar de simpático a rezongón.
Labruna había nacido el 28 de septiembre de 1928, en Las Heras y Bustamante, cerquita de la vieja cancha de River de Alvear y Tagle. En esas calles creció y aprendió a pegarle a la pelota, cobijado por su madre, Doña Amalia, quien le daba un paquete con ropa vieja para que no ensuciara los pantalones y los zapatos de salir . Es que su padre, Don Angel, no quería que jugara a la pelota sino que heredara su oficio: relojero. Fanático de River y de Bernabé Ferreyra (tenía una foto autografiada por La Fiera que decía: “ Al crack en ciernes” ), en 1934 Angel integraba al mismo tiempo el equipo de cadetes de básquet y la cuarta división de fútbol en River. Se decidió por la número cinco. Y vaya si acertó... Debutó en Primera en el 39. Integró La Máquina con Muñoz, Moreno, Pedernera y Loustau como compañeros de aquella maravillosa delantera. Salió nueve veces campeón (1941, 42, 45, 47, 52, 53, 55, 56 y 57). Ganó dos títulos sudamericanos con la Selección (46 y 55). Sufrió el desastre de Suecia , en el 58. Se retiró en el 61, en Platense. Se hizo técnico, también exitoso. “Vuelvo a River para ser campeón”, proclamó en 1975. Y River fue campeón después de 18 años... Es el más grande ídolo de la riquísima historia del club. Es el Angel de River.

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