A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 12 de agosto de 2014

CUANDO BILARDO NO QUISO ESCUCHAR A MARTINO



UN JOVEN TATA MARTINO Y BILARDO
El paso del tiempo, cruel, puede distorsionar algún dato o poner en duda cierta fecha. Pero la imagen, el contenido del diálogo, el sol de la tarde de Ezeiza, la bronca del fino volante, son un recuerdo vívido. Y cobran vigencia hoy porque se trata de uno de los últimos capítulos de la relación entre Gerardo Martino y la Selección nacional, un vínculo que promete renacer con mejores chances de éxito que su versión inicial.
La escena transcurre en Ezeiza. Es el otoño de 1986, y el grupo de jugadores convocados juega un picado en una de las canchas. Un puñado de periodistas, cuyo escaso número sorprendería a la multitud que peregrina hoy al predio de la AFA, sigue la práctica con un solo tema en la cabeza: ir dilucidando la composición del plantel que buscará en México el segundo título mundial.
Una conversación llama la atención del joven cronista, que se desplaza lentamente para tratar de atrapar el contenido: dialogan el entrenador Carlos Bilardo, el Profe Ricardo Echevarría y un joven Martino. Hablan los mayores y escucha el futbolista, que acaba de dejar atrás una lesión y elonga sus aductores con insistencia.
De pronto, sube el volumen de la charla. "No me duele", dice el Tata. "No me duele", insiste, casi grita, medio enojo y medio súplica, mientras exagera la elongación para avalar sus dichos. La conversación, breve, termina cuando los mayores se alejan y dejan al jugador frustrado, acaso intuyendo que su ciclo en la Selección está llegando a su fin. ¿Lesión o decisión táctica? Poco importa, a esta altura.
Días después, acaso semanas, la AFA dio a conocer la lista de 22 jugadores (todavía no eran 23) que serían campeones del mundo. La integraban -el cronista recurre ahora al archivo para apuntalar a la memoria- nueve volantes: algunos cantados, como Diego, Batista, Burruchaga, Enrique y Giusti; los otros no tanto: Tapia, Borghi, Trobbiani y Bochini. A Gerardo Daniel Martino, brillante estratega de Newell's, vendas blancas sobre medias negras, de paso fugaz por las Juveniles y con algunos amistosos con la mayor en la gira europea de ese mismo 86, cicatrizar la herida le demandaría años.
Después se vestiría brevemente de celeste y blanco en el arranque de la era Basile (2-0 a Hungría, en Rosario, en febrero del 91). Pero aquella tarde de Ezeiza debe formar parte de su memoria, de seguro más fina que la del cronista. Acaso si ahora entra al predio de la AFA recuerde ese momento con más precisión. Y con una sonrisa piadosa.

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