Sobre llovido, mojado: al día siguiente del masivo homenaje popular que la Presidenta le había negado al fiscal Nisman, la Justicia confirmó el procesamiento del vicepresidente Amado Boudou. Es por el escándalo en Ciccone, el mayor de todos sus escándalos y que lo arrastra como una sudestada.
Boudou es el primer vice en la historia procesado por corrupción y acumula media docena de causas por una variedad de delitos con los que se enriqueció y se despidió a la vez de la política, aunque no se dé o no necesite darse por enterado: Cristina lo sostiene y sólo ella sabe el por qué. Lo muestra en primera fila, como un desafío. La mayoría imagina que es para protegerse de rayos que de otro modo caerían directamente sobre ella.
El vice sigue así con sus días de presidente del Senado y con sus días de presidente interino de la Nación. Un despropósito que ofende dentro del país y desprestigia afuera. Ayer tenía que presentarse a una audiencia por falsificar los papeles de un auto, la otra causa donde está procesado. Pero se excusó. Dijo que no podía por “problemas de agenda”. Su abogado no pudo explicar en qué consistían.
Es una historia menor pero es una historia vergonzosa para quien es la segunda autoridad de la Argentina. En el 93 compró un auto de play boy en ascenso: una cupé Honda del Sol. La registró diez años después. Se tomó su tiempo. Pero en los papeles puso que la había comprado en el 92, cuando esa cupé ni siquiera había llegado al país y él aún estaba soltero. ¿Por qué adelantó la fecha? Para no pagarle la mitad a su mujer. En el 93 se había casado y por lo tanto el auto era un bien ganancial. Además falseó el domicilio para evitar ser notificado. Obvio, culpó de todo a los gestores. Bien de kirchnerista.
De Ciccone, la imprenta privada capaz de fabricar billetes, ¿qué más queda por conocer? La pregunta no es si pasó algo anormal sino si pasó algo normal. Estaba quebrada por una deuda con la AFIP y por gestión del vice de pronto consigue un perdón fiscal. Sin poner un peso, un fondo fantasma se queda con la empresa. Está manejado por un cuentapropista que vive en un departamento de Boudou en Puerto Madero, dónde si no, aunque el vice dice todo el tiempo que no lo conoce. Estalla el escándalo. Boudou se carga a todos los que lo investigan: el juez, el fiscal y hasta al jefe de los fiscales. Boudou no, la Casa Rosada. En un intento desesperado por enterrar el caso, la imprenta finalmente es estatizada.
El kirchnerismo se enrosca cada vez más sobre sí mismo. Se sintió dueño del poder para largo y así también se supuso impune en los Tribunales. Pero cuando un ciclo se acaba, se acaba para todo.
Boudou es el primer vice en la historia procesado por corrupción y acumula media docena de causas por una variedad de delitos con los que se enriqueció y se despidió a la vez de la política, aunque no se dé o no necesite darse por enterado: Cristina lo sostiene y sólo ella sabe el por qué. Lo muestra en primera fila, como un desafío. La mayoría imagina que es para protegerse de rayos que de otro modo caerían directamente sobre ella.
El vice sigue así con sus días de presidente del Senado y con sus días de presidente interino de la Nación. Un despropósito que ofende dentro del país y desprestigia afuera. Ayer tenía que presentarse a una audiencia por falsificar los papeles de un auto, la otra causa donde está procesado. Pero se excusó. Dijo que no podía por “problemas de agenda”. Su abogado no pudo explicar en qué consistían.
Es una historia menor pero es una historia vergonzosa para quien es la segunda autoridad de la Argentina. En el 93 compró un auto de play boy en ascenso: una cupé Honda del Sol. La registró diez años después. Se tomó su tiempo. Pero en los papeles puso que la había comprado en el 92, cuando esa cupé ni siquiera había llegado al país y él aún estaba soltero. ¿Por qué adelantó la fecha? Para no pagarle la mitad a su mujer. En el 93 se había casado y por lo tanto el auto era un bien ganancial. Además falseó el domicilio para evitar ser notificado. Obvio, culpó de todo a los gestores. Bien de kirchnerista.
De Ciccone, la imprenta privada capaz de fabricar billetes, ¿qué más queda por conocer? La pregunta no es si pasó algo anormal sino si pasó algo normal. Estaba quebrada por una deuda con la AFIP y por gestión del vice de pronto consigue un perdón fiscal. Sin poner un peso, un fondo fantasma se queda con la empresa. Está manejado por un cuentapropista que vive en un departamento de Boudou en Puerto Madero, dónde si no, aunque el vice dice todo el tiempo que no lo conoce. Estalla el escándalo. Boudou se carga a todos los que lo investigan: el juez, el fiscal y hasta al jefe de los fiscales. Boudou no, la Casa Rosada. En un intento desesperado por enterrar el caso, la imprenta finalmente es estatizada.
El kirchnerismo se enrosca cada vez más sobre sí mismo. Se sintió dueño del poder para largo y así también se supuso impune en los Tribunales. Pero cuando un ciclo se acaba, se acaba para todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario