A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 17 de febrero de 2015

SILENCIOS Y MENSAJES OSCUROS DESDE OLIVOS

En su discurso de ayer, desde el Sur, Cristina Fernández de Kirchner evitó referirse de manera directa a la imputación por la denuncia del fiscal Alberto Nisman. Completó así la sucesión de actos que inauguró la semana, cuando consagró el mensaje contra la Marcha del Silencio. “Esto no es para blandos”, dijo en el El Calafate para afirmar luego que en la Patagonia aprendió a resistir lo que sea. Fue una manera de ratificar el argumento oficialista según el cual el Gobierno es víctima de un nuevo ataque desestabilizador. Y también fue, con una pincelada de cierto tono épico, otro capítulo del libreto con el que Olivos busca blindarse detrás de una pretendida superioridad ética sobre sus adversarios. “Somos el amor por la Patria”, se había adjudicado la Presidenta al hablar en los patios de la Casa Rosada. En esa visión, el resto –en este caso, quienes participen de la convocatoria del miércoles– sería la antipatria. Un mensaje con el eco de tiempos oscuros del país.
“Cuando se preguntan cómo aguanto todo lo que tengo que aguantar, les digo que aprendí acá con el viento, con el frío, con la nieve, con el olvido”, dijo la Presidenta en El Calafate. La decisión de no decir palabra sobre la imputación por la presentación de Nisman fue acompañada, de algún modo, por esa frase que sugiere la condición de foco de una gran operación en su contra, cuyo próximo eslabón sería la marcha que viene. “Tengo toda la fortaleza del mundo”, había afirmado el miércoles en la casa de Gobierno.
En aquella oportunidad, la Presidenta había dado una serie de señales para redondear con un discurso el objetivo oficial de tratar de relegar a un plano lejano el caso de Nisman. Se mostró satisfecha con la incorporación de vagones a la línea Mitre, destacó la inauguración de una planta de producción de cosméticos y la ampliación de una fábrica de químicos. Y leyó una serie interminable de cifras que dibujan un perfil de país con economía en alza, a contramano de la percepción social.
Se dio tiempo, además, para reprochar en duros términos las críticas o reclamos de industriales frente a los acuerdos con China. Y también, para jugar en la interna del oficialismo con un respaldo al ministro Florencio Randazzo. Parecía que el acto terminaba allí, con el agregado de una carga contra los fondos buitre, cuando decidió cerrar con una decidida descalificación de la Marcha del Silencio.
No fue una carga más. Contundente y breve, alcanzó para exhibir cómo Olivos concibe la realidad. Después de hablar de enemigos internos y externos, dijo la Presidenta: “Somos el canto, la alegría, el viva la Patria”. Y agregó: “A ellos les dejamos el silencio. Les gusta el silencio, o porque no tienen nada que decir o porque no pueden decir lo que piensan”.
Es significativo el uso de los verbos que eligió Cristina Fernández de Kirchner. El cristinismo no sólo definiría lo que es, sino que al mismo tiempo decidiría que le deja ser al resto: en contraposición al “somos” que utilizó para calificarse, empleó el “les dejamos” para colocar a quienes desacredita en el lugar pretendido por ella misma.
No es una novedad la pretensión kirchnerista de decidir quién y cómo es el “enemigo”, siempre colocado en un lugar degradado e inquietante. En parte, esa elaboración coincide con el razonamiento teórico trabajado y difundido por Ernesto Laclau, pero existen además otros componentes en el discurso oficialista, muchas veces rústico, y en su práctica.
Laclau extremó los términos de la oposición entre adversarios, tensión planteada finalmente como un antagonismo que tendría que zanjarse en función de posiciones hegemónicas. En otras palabras, la confrontación debería resolverse a favor de un líder populista fuerte capaz de representar los reclamos sociales frente a quienes sostienen una democracia estática y formal.
Pero no se trata sólo de construir el enemigo sino también de demolerlo. En esa línea, es posible anotar otros componentes ideológicos, peligrosamente autoritarios, que agregan el ingrediente de una superioridad propia –racial, religiosa o ética– para descalificar, en espejo, al oponente.
El kirchnerismo fue agregando a su armado político la idea de cierta supremacía ética, basada centralmente en el impulso a los juicios por violaciones a los derechos humanos. Fue una novedad para los Kirchner, sin antecedentes en esa lucha, pero también oxígeno político a la salida de una de las peores crisis vividas por el país. Sin dudas, esa política generó consenso.
El punto es que el capital acumulado en el terreno ético empezó a deshilacharse frente a otros episodios, en particular la ventilación de hechos de corrupción que comprometen al poder. Pero tal vez el golpe más duro en ese frente lo constituya el ascenso y consolidación del general César Milani, acusado en la causa por la desaparición del soldado Alberto Ledo.
La Presidenta parece no advertir ese deterioro. Y su embestida contra la marcha por Nisman –que seguramente condense otros cuestionamientos sociales– emergió entonces como un intento de contrapunto con una módica alusión moral, entre valores propios y bajezas ajenas: de un lado, amor y Patria, y del otro, odio y antipatria. El problema para Olivos es la pérdida de efectividad de sus dichos y también, el impacto de algunos silencios, como el sostenido ante la familia del fiscal muerto.

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