A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

viernes, 17 de julio de 2015

LA INCREIBLE HISTORIA DEL MENDINGO QUE FUE A HARVARD



Historias de los sin techo en el Estados Unidos de la desigualdad: si un homeless fue rescatado de la calle cuando se puso a tocar el piano, otro cayó en la miseria más negra tras haber estudiado en Harvard con el presidente de la Corte Suprema, John Roberts.
Donald Boone Gould, de 51 años, fue salvado de la calle cuando se puso a tocar el piano en una plaza de Sarasota, en Florida, para ganar algunos dólares y el video de su presentación se hizo viral en Internet, cambiándole la vida Gould recuperó a un hijo, un programa de televisión decidió rehacerle el look y el guardarropas, recibió decenas de miles de dólares de donaciones y una beca para completar sus estudios musicales. Una historia de final feliz que abrió el verano estadounidense.
No es el caso de Alfred Postell, un egresado de la Harvard Law School, de 1979, y compañero de graduación de Roberts. Su infancia fue con limitaciones, pero su paso por la élite de Harvard le auguraba un futuro pleno. 
El epílogo de su historia fue la prisión, cuando el juez Motley, quien por esas extrañas vueltas del destino también había sido su compañero de curso en Harvard, lo condenó por violación a la propiedad privada.
"Me acuerdo de vos, pero no tengo elección", dijo Motley después de que Postell anunciara que quería defenderse solo, en una lamentable exposición pues hacía años que no practicaba leyes.
La triste saga fue contada por el Washington Post días atrás: hoy, Alfred vive en la calle en la esquina entre la 17 y la I, en el cuadrante noroeste de Washington.
No muy lejos de la Casa Blanca, y bajo los edificios de oficinas donde -si su vida se hubiera encaminado de otro modo- podría haber sido un top lawyer, un abogado de relevancia.
Joven negro de buenas expectativas, con tenacidad y determinación, Alfred había escalado a las mejores escuelas a pesar de sus humildes orígenes. Después de graduarse, en la misma clase de Roberts y del ex senador de Wisconsin, Russ Feingold, fue contratado de inmediato en un estudio de la capital.
Se hizo rico, pero luego algo pasó: fueron los primeros síntomas de la esquizofrenia. Como John Nash, de A Beatiful Mind, Alfred Postell perdió la razón y tardó poco en terminar en la calle.
En una ciudad con miles de sin techo, Alfred es el que tiene más títulos de estudio: diplomas, premios y certificados, fósiles remotos de una vida perdida tras haber conseguido tres titulaciones, están bajo llave en casa de su madre, Ruth.
Por ahora, son pocas las esperanzas, porque a pesar del interés de organizaciones humanitarias por sacarlo de la calle, sigue viviendo en la esquina de la 17 y la I.

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