Por Daniel Arcucci
"Cuando me fui hace diez años, jamás me imaginé que podía ganarla en mi regreso". Es Enzo Francescoli el que habla, pero no anoche, en medio de un Monumental que estalla como casi nunca, bajo la lluvia que todo lo hace épico, sino hace 19 años, después de la única fiesta que puede compararse a esta, también bajo el agua y el fuego, aunque sea artificial. Lo dijo, el uruguayo que siempre está en los grandes momentos de River, un día después de la consagración de 1996, vestido de smoking para una producción de la revista El Gráfico. Protagonista entonces, protagonista ahora. De pantalones cortos y como líder aquella vez. De pantalones largos y como... líder esta vez.
Enzo Francescoli, aunque jamás lo vaya a admitir, es el padre del padre de la criatura. Imaginó este proceso, lo proyectó. Vio a Marcelo Gallardo antes que nadie.
Tal vez, intuitivamente, lo vio en aquel vestuario de este mismo estadio, cuando minutos antes de saltar al campo, sin Ramón Díaz presente, invitado amablemente a salir por unos minutos, les dijo a sus compañeros: "Tengo 34 años, es mi última oportunidad para ganar esto. Vamos a hacerlo". Y lo hicieron. Y el joven Gallardo, que ya "entendía el fútbol" (Passarella dixit) se dio el gusto de jugar tres minutos en aquella final contra América de Cali, coronada con dos golazos de Crespo.
Pero seguro, seguro, lo vio muchos años después, cuando la presencia de Ramón, otra vez Ramón, podía obnubilar por el propio peso de su historia. No a Enzo. Hoy, cuando el Muñeco es Napoleón, cuando encuentra las palabras exactas para explicar sus conceptos con la misma claridad con la que descrifra las claves que abren los partidos, Francescoli pronuncia una frase parecida a aquella de hace casi dos décadas: "Cuando empezamos con todo esto, jamás imaginé que íbamos a conseguir los resultados tan rápido".
No fue casualidad aquella vez, no es casualidad ahora. Nada. Que haya sido Francescoli entonces, que haya sido Gallardo el que habló está vez. "Marcelo puede hacerlo", dijo Enzo unas horas antes del partido, cuando se le preguntó quién asumiría el rol que él había asumido en 1996. Y Marcelo lo hizo.

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