Por Adrián Freijo –
Ya en 2015 los marplatenses compramos un proyecto que, como la mítica golosina, venía cerrado y con sorpresa. Claro que al abrirlo encontramos que estaba vacío de contenido.
La inocencia de los niños vuelve a la sorpresa un camino hacia el mundo de la aventura. Los regalos navideños, los zapatitos que esperan a los Reyes Magos, los paquetes de cada cumpleaños; siempre garantizada la sonrisa con la vigilancia y dedicación de quien se encarga de llenar ese continente con un contenido que asegure la felicidad del receptor.
Pero la política es otra cosa y cuando están en juego las instituciones y el destino común de una sociedad es aconsejable no dejar cosas libradas al azar y tratar de conocer lo que cada fuerza y cada candidato tiene reservado para el ejercicio del poder.
En 2015 los marplatenses compramos un huevo Kinder que en su envoltorio decía «tengo un plan secreto», «mis ideas son tan buenas que si las cuento me las roban» y cosas por el estilo. Una propuesta sin mensaje y un candidato sin contenido; casi una golosina que ni siquiera nos adelantaba que sabor tenía.
Cuando decidimos comerla nos encontramos con un recipiente vacío y una cobertura de gusto dudoso que indigestaba y nos dejó un sabor demasiado amargo. Claro que suplantar sus efectos nos llevó nada menos que cuatro años, a los que Mar del Plata y Batán recordarán como perdidos…
Mal hablaría de nuestra inteligencia si fuésemos al mismo kiosko y comprásemos un nuevo huevito, con el mismo envoltorio y las mismas promesas. Tras aquella experiencia sería bueno que apuntásemos a conocer las propuestas, analizar la capacidad de gestión y recordar que no estamos jugando a otra cosa que garantizar una administración que, al menos, nos ponga en el camino que lleva a resolver los muchos desafíos de este tiempo y la recuperación de un municipio quebrado, de espaldas a la sociedad y abandonado a su suerte por la desidia y la incapacidad de aquellos que supieron engañar a los votantes con el secretismo de su cotillón berreta.
Y esto es extensible a quienes solo pueden esgrimir «ser parte de un proyecto nacional y provincial» y que pretenden hacernos creer que solo desde la pertenencia partidaria podrá General Pueyrredón salir adelante. ¿Es que Teodoro Bronzini era peronista?, ¿ era Jorge Raúl Lombardo radical?, ¿Angel Roig pertenecía al mundo menemista cuando pudo conducir dignamente la ciudad con Antonio Cafiero en la provincia y el riojano en la nación?, ¿o tal vez Elio Aprile se había pasado al duhaldismo y no nos habíamos enterado?, ¿no explotó su gobierno cuando en Balcarce 50 estaba sentado alguien de su partido?.
Cada uno de ellos, desde posiciones partidarias no alineadas con los poderes centrales, supieron tender puentes de gestión que obligaron al respeto y el acompañamiento de los poderes de turno. El propio Gustavo Pulti, hoy en busca de un nuevo mandato popular, tejió lazos de cercanía con las autoridades provinciales y nacionales que redundaron en obras y financiamiento para la ciudad.
En sentido contrario el actual jefe comunal, perteneciente desde un inicio a la coalición que gobernaba en todo el territorio nacional incluida la provincia, se erige como un ejemplo de la falta de diálogo, la desmesura y el desprecio por la política como vía de construcción del diálogo y el acuerdo. Así nos fue a todos…
Cuidado entonces con comprar más huevitos Kinder confiando en que el contenido va a conformarnos o elegir marcas que nunca antes vimos en anaquel alguno en la ciudad. Busquemos saber, conocer y poder elegir entre propuestas claras y sin secretos. Hombres con ideas claras, capacidad de gestión y liderazgo y planes de cumplimiento posible.
Sin secretos, sin sorpresas y sin peligro de indigestiones posteriores…
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