A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 9 de junio de 2020

LA INSOLITA MIRADA DE ZAFFARONI, LOS NAZIS Y LA BRUJULA PÉRDIDA



Por Miguel Wiñazki

Las alteraciones masivas son a veces azuzadas por mentalidades extraviadas con carnet. La asociación conceptual que perpetró Eugenio Zaffaroni entre los medios de comunicación y el nazismo, lo instala en el panteón de los amanuenses de la insensatez como recurso político. Dijo, como si hablara desde un púlpito consagrado, que “continúan [los medios] teniendo el monopolio de la creación de realidad. Los medios cumplen la función de un partido único, canalizan opinión pública y en consecuencia son un partido único, son el equivalente al Völkischer Beobachter de Hitler, o el Pravda de Stalin. Los monopolios mediáticos no generan desinformación, crean realidad...”.
El Völkischer Beobachter, al que se refirió el jurista como modelo de la prensa contemporánea, monopolizó la palabra periodística en la Alemania nazi, propagandizó la noción de raza superior, la inferioridad de todo el resto, la necesidad de la guerra total y de la “solución final”.
En 1925, vendía 4.000 ejemplares y en 1941, 1.200.000 ejemplares.
Era un literal monopolio del Estado con un solo editor jefe: el Führer.
Hitler, apenas asumió el poder, creó la Cámara de la Prensa, un órgano para acallar toda voz periodística disidente. Lo logró mientras en simultáneo perpetraba el genocidio más atroz de la historia. El titular de ese organismo censurador y propagandizador del Reich era Max Amann, uno de sus empresarios predilectos, el “gran magnate de la prensa nazi”, impune y totalmente favorecido por el dictador, que impulsó con éxito el emporio editorial del Reich eximiéndose de toda carga impositiva.
Amann fue subsidiado con los inmensos fondos del partido. Trastocó al periodismo entero en un sistema de propaganda centralizado a través de la empresa editorial Eher Verlag. Hitler era el mandamás indiscutido, Amann el empresario delegado por el Führer para extender el negocio y Wilhelm Weiss, un perseguidor vociferante de todos los que no se definían como nazis fanáticos, el jefe de redacción del Völkischer Beobachter.
Según Zaffaroni, “los medios crean realidad”. Es decir, ocultan lo que ocurre e imaginan lo que no ocurre y lo difunden malignamente.
El asesinato, desaparición y muerte de Luis Armando Espinoza en Tucumán, para citar un solo ejemplo entre miles, ¿fue una invención de los medios?
Pravda, al que también se refirió el jurista, seguramente hubiera ocultado el crimen de Espinoza. Stalin, y los demás lo usaban para encubrir a las fuerzas represivas del Estado, para acallar, para difamar y para justificar la muerte.
Lo que dijo ahora Zaffaroni no resiste el menor análisis, pero es paradojalmente resistente al análisis. Muchos asumen ipso facto sus “verdades” reveladas.
Siguiendo acríticamente la línea de inferencias del jurista abolicionista cabría concluir que todos los periodistas somos nazis. O esclavos de los nazis contemporáneos. O estalinistas a sueldo.
El concepto de hegemonía al que tantas veces se refieren Zaffaroni y sus epígonos, fue desarrollado en prisión por Antonio Gramsci, quien fuera encarcelado y torturado por orden de Mussolini.
En sus Cuadernos de la Cárcel, Gramsci describe el peligro radical de la hegemonía del Duce, de sus medios afines y tutelados con su mano de hierro payasesca y trágica. Esa mentalidad hegemónica estatal y unipersonal se volvió masiva y condujo a millones a la muerte y a la destrucción.
La hegemonía era para Gramsci un sistema intangible operado desde las posiciones de poder social colonizadas por los miembros de la clase gobernante con el consentimiento voluntario de los subordinados.
La hegemonía es entonces, según las evidencias históricas y en términos gramscianos, la del Estado fascista, frente al cual Gramsci proponía una movilización “contrahegemónica” que debía desarmar el aparato de disuasión autoritaria que infiltró mentes y espíritus.
El filósofo fascista Giovanni Gentile organizó en 1925 una gran reunión de intelectuales mussolinianos en Bolonia, fue la semilla de un aparato cultural de legitimación del régimen. Gentile escribió entonces: “Hemos demostrado que el facismo tiene cerebro”. La gestación de un mecanismo “cultural” que defendía intelectualmente al conductor contribuyó a la unidimensionalidad del pensamiento y a la obediencia excitada de aquellas mayorías.
El concepto de Idiota Moral, acuñado por el filósofo Norbert Bilbeny, analiza el extraño fenómeno de las personas inteligentes que son moralmente imbéciles. Es un texto muy citado, pero no por eso menos vigente. El academicismo, la capacidad oratoria y la erudición no conjuran a veces una profunda y muy dañina necedad ética.
El embrujo del psicópata arraiga, de pronto, en unas máscaras de sapiencia que simulan saber y encubren maldad o trastornos indubitables de comprensión de la política y de la historia.
El prestigio no anula al cretinismo pintarrajeado con palabras bien articuladas.
Hay un universo conceptual falaz pero persuasivo.
Y esos sofismas, obvio, derivan en agravios, sablazos retóricos y persecución.

No hay comentarios:

Publicar un comentario