A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 9 de junio de 2020

SOBERANIA ALIMENTARIA, OTRO RELATO



Por Hector Huergo

En la retórica con que el presidente Alberto Fernández​ adornó el anuncio de la expropiación de Vicentín apareció repetidamente la cuestión de “la soberanía alimentaria”. Un concepto acuñado hace años por el discurso de tinte “progresista”, sin que nadie haya recalado en la necesidad de entender de qué se trata. Quizá sea buen momento para intentarlo. Digamos primero que quien más apeló al discurso de la soberanía alimentaria fue el ex presidente de VenezuelaHugo Chávez, en nombre de la cual estatizó decenas de empresas productoras de harina de maíz, café, ingenios azucareros, lácteas, con un resultado conocido: una caída drástica de la producción, una mayor dependencia de alimentos importados, góndolas vacías y una cada vez más necesaria asistencia con bolsas de comida a los más vulnerables. Y los no tan vulnerables, en camino de serlo, una caída en los niveles nutricionales de tiempos pasados.
Pero vayamos al grano. O al aceite, la leche, la carne y los tomates. En una acepción general, “soberanía” es el gobierno propio de un pueblo o nación en oposición al gobierno impuesto por otro pueblo o nación. "Las colonias lucharon durante años para conseguir su soberanía".
Etimológicamente, la palabra soberanía viene del latín y está formada por la suma de “super” (encima) más el sufijo “anus” (que puede traducirse como procedencia) y del sufijo “ia”. Partiendo de ello podríamos determinar que el significado es la cualidad que tiene el soberano de ejercer su autoridad sobre el resto.
En el ámbito del derecho internacional, se conoce como soberanía al derecho que ostenta un Estado para concretar el ejercicio de sus poderes. La violación de la soberanía de un país puede tener trágicas consecuencias, entre ellas el inicio de un conflicto bélico. “La Argentina volvió a reclamar la soberanía sobre las Islas Malvinas”.
Ahora, ¿cómo se llega desde allí a esto de la “soberanía alimentaria”? En Wikipedia, donde nadie verifica el origen de las sentencias, aparece que “la soberanía alimentaria es la capacidad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria”. Pareciera algo más pedestre que los grandes principios rectores de la construcción de un país y de nuestras epopeyas heroicas, desde la gesta de Mayo hasta la guerra de Malvinas.
Pero avancemos. Está bien que los gobiernos se preocupen por el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria. Pero no son problemas que afecten a nuestro país. Pruebas al canto: el presidente mencionó que la soberanía alimentaria es más importante en tiempos del coronavirus.
Puede quedarse tranquilo. Si algo funcionó durante el corralito cuarentenario fue el flujo de alimentos. Tanto para los 44 millones de habitantes como para los otros 400 que esperan los barcos con los frutos de nuestro país. Por otro lado, la forma de producir en el campo argentino despierta cada vez más interés en el mundo, por el enfoque sustentable, el bajo impacto ambiental y la huella de carbono de la agricultura pampeana. Por eso vienen cientos de expertos todos los años a visitar Expoagro, una potente exhibición de la tecnología sustentable en acción. Nuestra producción de granos pasó en 30 años de 40 a 150 millones de toneladas. Se cuadruplicó. Por eso la Argentina todavía es viable.
¿Cuál es entonces el bien a preservar, o el derecho que se busca defender? Quédese tranquilo, presidente, que aquí los alimentos y la sustentabilidad están garantizados.
Pero si la etimología no fuera suficiente, podríamos agregar que Soberanía es una palabra que en la antigüedad se empleaba como sinónimo de soberbia o de orgullo. Una acepción esta que, en cierta medida, va en consonancia con el término soberano con el que está en relación, que era el que “estaba por encima del resto”.
Por si no se entiende, esto de la soberanía alimentaria es una soberana pelotudez.

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