A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

jueves, 3 de diciembre de 2020

ALBERTO-CRISTINA: LAS FRIAS BODAS DE PAPEL


Por Pablo Vaca
Alberto Fernández y Cristina Kirchner están a punto de cumplir un año al frente del Poder Ejecutivo. Las bodas de papel. Sin embargo, todo indica que no habrá regalos entre los integrantes de esta pareja por conveniencia. Por lo pronto, el aniversario habilita una conclusión evidente: el defecto de origen de la relación, esto es, que la vicepresidenta sea quien ostente el mayor músculo político y electoral, no sólo se mantiene sino que cruzará todo el mandato, pese a los distintos intentos (del Presidente) por mostrar cierta armonía y comunión de intereses entre ambos.

Por ahora, la gestión Fernández está marcada por varios sinsabores. El más grande, sin dudas, el fracaso de la cuarentena más larga del mundo, que suma un millón y medio de infectados y 40.000 muertos. El más reciente, el de la organización del velorio de Diego Maradona, con los barras “tomando” la Casa Rosada. Los dos asuntos son de muy distinta naturaleza, pero se asemejan en que recayeron ambos sobre las espaldas del Presidente y su equipo (el mismo que para Cristina abunda en “funcionarios que no funcionan”) y en que las dos veces Fernández aspiraba a conseguir un espaldarazo y el tiro le salió por la culata.

Para revertir tal destino queda por ver un único factor que, es cierto, puede ser determinante: la marcha de la economía. Si el Gobierno lograra algo más que un tímido rebote tras el abismo en el que nos dejó la cuarentena, tal vez Fernández logre modificar su suerte. Sin embargo, no hay señales de que tal cosa vaya a suceder: en estos 12 meses el área sólo ha conocido parches que tapan urgencias, sin un plan coherente. Esto se traduce en números espantosos en todos los rubros, especialmente el dólar, la inflación, la pobreza y la falta de inversión, y también en cuestiones difíciles de expresar en cifras, pero igualmente contundentes, como la falta de confianza y de expectativas.

Un pifie en este aspecto opacaría incluso la otra bala de plata a la que apuesta Fernández: una vacunación rápida, masiva y efectiva contra el Covid, lo cual supone un desafío organizacional tan complejo que sería una auténtica sorpresa que se realizara de manera prolija en la Argentina.

Cristina, en cambio, se diferencia porque, enfocada en sus propios intereses, busca sólo que se haga su voluntad en lo que ella considera importante. O al menos que se avance en ello. Para la vicepresidenta es clave que se resuelvan sus problemas judiciales y, en consecuencia, intenta sin pausa reformar todo lo que haga falta para que se verifiquen sus deseos. Puede fracasar en el camino (la reforma de la Procuración en particular y la reforma judicial en general están trabadas o por trabarse en Diputados) pero persiste.

También le resulta esencial asegurar su herencia política y de allí su trabajo estratégico para colonizar los puestos que estima le servirán para eso, desde la ANSeS a Aerolíneas, desde YPF al PAMI. Cristina ya piensa en las listas para la elección legislativa del año que viene, y cómo proyectar desde ahí la elección presidencial 2023. El año pasado demostró que no le importa el cargo mientras se reserve el ejercicio real del poder. Su agenda personal es clara y coherente.

El contraste entre Fernández y Cristina se manifiesta también en los modos. Él hace alarde de su estilo dialoguista (que no se prueba en lo concreto) y fatiga micrófonos relatando la realidad como un comentarista ajeno a los hechos, como alguien a quien las cosas simplemente le pasan. No logra que le crean que tiene el timón del barco y no se da cuenta de que él mismo atenta contra tal creencia haciendo trascender que se siente más cómodo ahora que hace un mes y medio que no charla con su vice, que las largas discusiones con Cristina lo dejaban de cama.

Ella, por su parte, no habla. Se impone sin tratar de caer simpática (también por eso fracasa, porque ignora las bondades de los consensos) y maneja con mano de hierro el Senado. Como señaló Ignacio Zuleta en Clarín, es la “regenta del Gobierno”. Sucede que ella, en verdad, ya dijo qué quería el 27 de febrero de 2012, en Rosario, y desde entonces no se apartó ni un poco de aquel objetivo: “Vamos por todo”.


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