A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 8 de diciembre de 2020

ALBERTO NECESITA UN MEGÁFONO PARA QUE CRISTINA LO ESCUCHE



Por Fernando Gonzalez
El coronel no tenía quien le escriba. Y Alberto Fernández no tiene quien lo escuche. Y eso que habla, y habla mucho. En cientos de entrevistas por televisión y por radio. En las inauguraciones de planes, con palabras optimistas. O subiéndose a las motos, como esta semana, cuando apareció en la fábrica Corven y se montó en una Kawasaki. Sonreía el Presidente, acompañado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y por el de Producción, Matías Kulfas. Todos sonreían como si tantos discursos de bonanza y armonía fueran ciertos.

Pero la única verdad, como decía Perón, es que la armonía con Cristina brilla por su ausencia. Veinticuatro horas antes de que el Presidente y sus ministros económicos se subieran a las motos, la Vicepresidenta les cortó las piernas. Habló con los senadores kirchneristas, que son mayoría en el bloque peronista que lidera y controla, y de un solo golpe destruyó la fórmula jubilatoria que Guzmán había llevado al Congreso y le había mostrado como ofrenda de buena voluntad al Fondo Monetario.

Hay que decirlo. La fórmula jubilatoria de Guzmán es una fórmula de ajuste. En vez de aumentar los haberes por inflación, como se hacía con el sistema anterior de Mauricio Macri, se ajustan en forma semestral por la recaudación y por la evolución de los salarios del Indec o los del ministerio de Trabajo. El que estuviera mejor. Una forma de equilibrar las jubilaciones hacia abajo para no seguir cargando la cuenta del déficit fiscal como lo reclama el FMI para acordar por la deuda.

En uno de sus muchos discursos, Alberto había anunciado que las jubilaciones iban a tener una suba del 5% en diciembre. Lo que no dijo es que se iba a descontar después con el aumento de marzo. Por suerte, el que avisó hace una semana fue Ismael Bermúdez en la crónica reveladora que publicó en Clarín. Sin aquel anticipo y con una fórmula perdedora frente a la inflación, en el 2021 sólo podían esperarse malas noticias para los jubilados.

Ahí fue donde se disparó la estrategia de Cristina. De cara a las elecciones del año próximo, aceleró los planes de su hijo, Máximo, para que le apunte a las finanzas del porteño Horacio Rodríguez Larreta. Y, en el mismo movimiento, instruyó a los senadores peronistas para que cambiaran de un plumazo la fórmula jubilatoria de Guzmán. El 5% de diciembre ya no se descontará en marzo y los ajustes serán trimestrales en vez de semestrales. Un retoque que, de todos modos, no evitará la derrota de los haberes ante la suba del costo de vida. Si el ministro de Economía pudiera definir con libertad esa modificación, seguramente diría “sarasa”.

Después de que la Vicepresidenta hiciera trizas sus planes jubilatorios, Alberto salió apurado a tratar de justificar lo injustificable. “Con Moroni y Raverta se nos ocurrió volver a la fórmula original de Cristina y hacer actualizaciones trimestrales”, improvisó el Presidente en una radio kirchnerista. En el ojo del huracán que azota a la economía argentina, está la relación inestable entre los Fernández. En ochenta y tres días, su único diálogo consistió en el breve y tenso intercambio que tuvieron en la Casa Rosada durante el velatorio volcánico de Diego Maradona.

Fue el día en que el Presidente tomó un megáfono para convencer a los barrabravas que no treparan las rejas de la Casa de Gobierno y, a los que estaban adentro, para que no se metieran a chapotear en la fuente del patio interior ni rompieran más bustos de antiguos mandatarios. Una imagen delatora del despoder que recorrió en forma cruenta las redes sociales y contra la que tiene que batallar Alberto Fernández cada vez con mayor frecuencia.

Queda claro que quien está dejando de escucharlo a Alberto es justamente Cristina. Desde aquella carta crítica sobre su gestión, se agigantó la desconexión entre ambos y ella toma decisiones de gobierno sin consultarlo como pasó con las contradicciones jubilatorias. Tal vez el Presidente necesite un megáfono que amplifique sus palabras para que lleguen por fin a los oídos de la Vicepresidenta. Oídos que están ocupados ahora por la más maravillosa música, que es el canto de las próximas elecciones.

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