A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

lunes, 7 de diciembre de 2020

EL CUERPO DE MARADONA, FIDEL, EL CHE Y EL ESPIRITU SANTO


 Por Miguel Wiñazki

En 1635, el jesuita alemán, Athanassius Kircher, inventó el primer megáfono.

Kircher también inventó la linterna mágica, un sistema giratorio de cámaras oscuras y reflejos lumínicos debidamente manipulados que proyectaba imágenes en un espectáculo calificado por algunos como milagroso y por otros vaticanistas como nigromancia demoníaca. Fue el origen del cine, y el megáfono el germen mecánico de la voz ampliada. Ambos descubrimientos conjugaron el primer efecto sistemático de realidad virtual.

El papa Francisco por cierto conoce la historia de Kircher, ese jesuita esencial, que creía que era la luz de Dios la que brotaba a través de su dispositivo proyectual.

Horacio Pietragalla, el Secretario de Derechos Humanos, que ante el sitio y la toma de la Casa Rosada se trepó como los invasores a las rejas de la misma, al igual que los usurpadores, aunque él, Pietragalla, del lado de adentro. Pero la actitud corporal análoga entre el Secretario y los demás abolía la diferencia dentro-fuera, y el adentro se convirtió en el afuera y el afuera en el adentro con personajes semejantes, dentro y fuera de la Casa de Gobierno atribulada pero a la vez excitada entre gases, cánticos y el proyecto de tomar en andas el féretro de Maradona para deambular a pulso con el difunto en alto por donde los barras decidieran.

Pasaron los días, pero nadie es culpable.

El Primer Magistrado en esos momentos álgidos, en un acto abrupto, interrumpió una reunión con su círculo íntimo para tomar el artefacto que había inventado el jesuita y dirigirse así a la multitud vociferante. No funcionó. El megáfono del viejo Athanassius invirtió sus virtudes y en lugar de amplificar la voz del repentino locutor manifestó su gritoneado silencio: no lo escucharon, como si no hubiera hablado.

No lo escuchan.

La avalancha tribunera beatificó al muerto que yacía a merced de la política. En su cuerpo, inscriptos en la piel, Fidel Castro, jesuita también, “El último Rey Católico”, como la denominó con precisión académica Loris Zanatta, y por supuesto, el Che Guevara, y en ese cuerpo que del Diez fue espejo y sangre de la Argentina rebelde, se aglutinó esa trilogía que forma y conforma el espíritu santo jesuítico, revolucionario, castrista, guevarista y maradoniano que diseña la historia profunda de la patria polisémica y mágica, como la linterna mágica de Kircher, que proyecta imágenes que son el espectáculo de todos, pero no la realidad.

El cuerpo yerto de Maradona, inscribe en sí mismo esa línea histórica tatuada en su alma; el último Rey Católico, el Che y él mismo; el Padre el Hijo, y el Espíritu Santo. El Papa te quiere, Diego.

Hasta la victoria siempre.

La condición sitiada y tomada de la Casa Rosada no es pasado.

El pasado no pasa, y el futuro nunca llega.

Y los muertos mandan.

Dicho sea de paso, el Che Guevara era rugbier y muy aguerrido. "Fuser" le decían (apócope del apodo ‘Furibundo Serna’ con el que lo bautizó su amigo Alberto Granado). Era el primer sobrenombre para Ernesto Guevara Lynch de la Serna. Mucho después sería el Che. El Comandante debutó sexualmente con la mucama de uno de sus amigos "bien": la "Negra" Cabrera, así la invocaban. Los amigos lo espiaron en el debut. Todos acudían a la "Negra" y, en general, lo hacían en manada. Es historia; sin ofender, claro, a la divina, entrañable y revolucionaria memoria del complejísimo Fuser y, menos aún, a la de la indefensa “Negra” Cabrera.

Otros tiempos.

Ahora, en este tiempo paranormal, el Primer Magistrado también apeló a la magia y afirmó haber logrado, en medio de la crisis, que no existan argentinos con hambre. El mismo día en que la UCA difundió los exorbitantes índices de pobreza y de indigencia.

Ejerce un poder que no tiene. Dice lo que no hace. Hace lo que no dice. Describe lo que no ocurre y ocurre lo que no dice. El hambre crece. Y a pesar del megáfono no se lo escucha.

Hay otras marchas: peregrinos indignados que reclaman y protestan porque el ajuste ya llegó y se enfatiza el operativo de distribución de eufemismos que para disimularlo no funciona.

Hay veinte millones de argentinos bajo el umbral de la miseria.

Los jubilados vapuleados por la interna Alberto-Cristina, el año próximo van a perder frente a la inflación entre quince y veinte puntos. Con los niños indigentes los jubilados son las víctimas elegidas, el hilo más delgado. La deshumanización se propaga. Los cuarenta mil muertos de la pandemia son un número más.

¿Hasta la victoria siempre o hasta la derrota siempre?

La Casa fue tomada, y no pasó nada.

Escribió Julio Cortazar: “No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, y a esa hora y con la casa tomada”.

Ya entraron, Julio. Ya robaron. Y allí dentro, pobre no hay ninguno.

Informe: Luisa Norbis, de la Maestria San Andrés / Clarín.

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