Se dice que los jueces hablan por sus fallos. Pero en estos días más que hablar por sus fallos, los jueces están mandando mensajes con sus fallos. Los han mandado dos tribunales clave: la Corte y la Cámara de Casación. ¿Qué hizo la Corte? Confirmó la condena de cinco años a Amado Boudou por la escandalosa apropiación de Ciccone. Boudou es el primer vicepresidente en la historia condenado y condenado por corrupción. Y debería volver a prisión bajo un gobierno peronista. Depende del juez Obligado, que lo mandó a casa con el insólito argumento de que la esposa la pasaba mal en cuarentena y Boudou debía estar con ella.
En una mala semana, Boudou tuvo un inesperado apoyo desde el cristinismo, que ahora lo trata como si fuera un perseguido político. ¿Fue un apoyo a Boudou o un reclamo a Fernández por no defenderlo? El Presidente lo desprecia pero tuvo que mandar a Cafiero a decir lo mismo que el kirchnerismo: la causa está armada y hay testigos falsos. Hacer pasar gato por liebre como meter en la misma bolsa al lawfare. Ciccone ocurrió en 2012. ¿No es que el lawfare fue invento de Macri?
La compra trucha de Ciccone, la única imprenta privada que fabricaba billetes, fue un enorme negociado. Boudou fue alfil de Kirchner, verdadero arquitecto ideológico de la operación que consistía en sacar a la firma meteóricamente de la quiebra sin poner un peso y después sostenerla con plata del Estado. Todo sin revelar quiénes eran sus dueños. Ciccone fue una forma de hacer política y de hacer negocios del kirchnerismo.
Tras la muerte de Kirchner, Boudou pasó de alfil a rey. Se quedó con la empresa, pero sin plata, a los pocos meses capotó. Antes de ser la fórmula con Cristina, Fernández dijo: “Haber bancado a Boudou es haberse animado a estatizar Ciccone para borrar las pruebas”. Como los tuits de Los Pumas, cosas del pasado.
¿Por qué la Corte falló ahora? Una explicación: en medio de una fenomenal crisis interna, necesita lavarse la cara luego de la salomónica sentencia sobre los jueces Bertuzzi y Bruglia, que Cristina busca desplazar y que la Corte desplazó a medias, pero desplazó al fin.
¿Y que pasó con la Cámara de Casación? Legitimó lo hecho hasta ahora en la causa de los Cuadernos, sobre la que el cristinismo juega todas las fichas para tumbarla. Es la causa que retrata mejor que ninguna la trama de coimas en la obra pública que montó el kirchnerismo no bien llegó al poder. Hay una multitud de pruebas y una montaña de fojas con testimonios de 31 arrepentidos. El cristinismo quiso voltear esos testimonios volteando la ley. Fracasó pese a la gestión del asesor presidencial Juan Manuel Olmos y Daniel Angelici con los camaristas. Las defensas llevarán el tema a la Corte.
Los dos fallos suenan a defensa propia de la Justicia y afectan más a Cristina que a Fernández aunque cuanto peor para ella, más apriete para él. Hay otra gran batalla ya lanzada: la del Procurador. El candidato de Fernández no es el de Cristina y Cristina lo mantiene pisado. Es eso y más que eso: el Gobierno se propone el control de los fiscales. Otra forma más de controlar a la Justicia.

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