Por Gonzalo Abascal
Una pequeña multitud de 1.500 socios de Estudiantes de La Plata se reunió el sábado en asamblea en su estadio. Estaban, sobre todo, expectantes. Los convocaba el nuevo comienzo de la Brujita Verón como presidente. A los 49 años, el ex jugador iniciaba su tercer mandato en el club desde 2014.
Pero también los reunía el rumor, que se transformó en curiosidad, de que Verón anunciaría allí mismo la llegada de inversores extranjeros al club. Un paso en dirección a las SAD (Sociedades Anónimas Deportivas).
Lo había sugerido el propio ex futbolista con una publicación en Instagram: “¿Va a ser fácil? Si lo fuese no sería un salto, sería un paso más. Va a ser desafiante construir algo nuevo sobre lo que ya funciona, animarnos a desafiarnos a nosotros mismos….”, publicó.
Verón puso un rápido freno a la ansiedad colectiva (“Perdón si creyeron que iba a hacer un anuncio”), pero marcó un rumbo concreto: “Creo que nuestra casa nos quedó chica. Está de moda el tema SAD, yo hablé de algo mixto. No nos pongamos límites. Sin preconceptos”.
Los socios aplaudieron.
La escena encierra novedades. La primera es el aplauso a un dirigente que plantea la necesidad de repensar el formato legal del club. Que esquiva el facilismo engañoso de “el club es de los socios”. Y que desafía a superar preconceptos. Hasta no hace mucho ese discurso sólo recibía rechazos.
La segunda es que ocurra en uno de los clubes más importantes de nuestro fútbol, legitimando un debate y una dirección que ya resulta imposible postergar.
El Kun Agüero, desde otro lugar pero apoyado en su enorme popularidad, también lo dice. Lo hizo el fin de semana en una de sus transmisiones en Twitch: “Podría potenciar a los clubes argentinos que sean privatizados. Que no sea obligatorio. Que los socios decidan”. Su definición fue reposteada en X por Milei.
Verón tiene en Estudiantes un consenso casi irrepetible por otros dirigentes en otros clubes. Los socios confían a partir de sus gestiones anteriores. Pero esa condición también aporta un dato: a veces la desconfianza o la oposición a un modelo tienen que ver con quien lo lleva adelante. La corrupción habita en los hombres, no en los esquemas de organización.
Aquí es necesario un punto. Por una cuestión política, la Brujita gambeteó proponer directamente una Sociedad Anónima Deportiva. Aclaró que se trata de algo mixto. Unos días antes, reunido con hinchas, había señalado a los clubes alemanes como el modelo a imitar.
¿Y cómo es el modelo alemán? Conocido como el 50+1, sus clubes se estructuran con un reparto accionario de 51% para los socios y 49% para los inversores (algo así como la acción de oro en manos de los socios). Camino intermedio, en la Argentina significaría una revolución.
Hoy, los artículos del decreto presidencial que habilitan la transformación de los sociedades civiles en SAD está frenado por una decisión judicial a medida de los deseos de Chiqui Tapia y de quienes defienden un sistema sin control económico y con clubes quebrados, y desprestigiado en lo organizativo.
Pero es apenas un freno oportunista. La transformación dejó de ser mala palabra y es incluso aplaudida por una porción representativa de los socios. Llevará tiempo y requerirá matices. Pero si la “cabeza” cambió, el resto parece cuestión de tiempo.
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