Por Roberto Vozza
Tiempos romanticos del querido basquetbol de Santiago, esa actividad que cayó a plomo y puso a la provincia en el mapa nacional del deporte, generando espontáneamente grandes talentos como los hermanos Raúl y Carlos Sánchez, Rafael LLedó, Paco Barrientos Gustavo Chazarreta, Alfredo Tulli, Benjamin Arce, los hermanos Carlos y Hugo Ríos, Miguel Cortijo… Una lista interminable que conjugó próceres y patriarcas en cada uno de sus tiempos.
Y a la par, los dirigentes. Aquellos que con esfuerzo personal y de los amigos sostenian las instituciones donde la práctica oficial fue siempre amateur, por amor a la divisa.
Y asi apareció el “Gordo” Arturo Luna. De baja estatura, regordete, bien recortados bigotes y muy atildado en su impecable vestir. Inteligente, intuitivo, y trato refinado que con su voz bien varonil y una condición natural para el discurso, se lucía con sus parlamentos en los congresos de los Campeonatos Argentinos a los que concurrió siempre en calidad de delegado por Santiago para defender a ultranza no solamente a su provincia sino al baloncesto nacional.
Le tocó presidir el Inti Club en una de sus etapas mas brillantes entre las década del 50’ al 60’ donde no solo era el consecutivo campeón local, desplazando a Santiago BBC – los clásicos rivales esa época – sino consagrarlo Campeón Argentino de Campeones en propias tierras santiagueñas en 1959.
Luna habia alcanzado a la par una cómoda posición económica con representaciones comerciales y tuvo tres hijos: “Pepe”, Arturo y Roberto.
Con el pasar de los años y su consecuente avanzada edad muchos de esos roles se fueron desdibujando hasta que una enfermedad le dio un destino recoleto y final en su amplia y cómoda vivienda de la calle Buenos Aires, muy cercana al club de sus amores.
A pocos dias de morir, en los años 80 llamó a “Pepe” el hijo mayor, para que con su estilo imperativo decirle… “Abrí esa caja fuerte…hay una escritura… tienes que entregarla a los directivos del club.
El documento rezaba que Arturo Luna vendia al Inti el terreno donde se levantaba la institución en calles Buenos Aires y Mitre en la suma de 1 peso, moneda nacional.
Un gesto preclaro de desinterés y amor por una institución y el deporte favorito de los santiagueños que mas que haber sido un legado para ella, él se habia convertido en eso para su querida divisa.
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