Fotografía: Postal de lujo de "El Gráfico": Lito Fruet en acción frente a Beto Cabrera.
Dicen que no sabía picar. Dicen... También decían que tenía muchas limitaciones técnicas. Decían... Pero a la hora de elegir, todos lo querían para su equipo.
Atilio José Fruet, el Lito caudillo de Bahía Blanca, fue un formidable ganador por sobre todas las cosas.
Don Casimiro González Trilla una tarde me hablaba en su casa porteña de la calle Alsina de los grandes jugadores argentinos y se detuvo en Fruet. Rescataba en él, más allá de su falta de destrezas, un enorme valor para un conjunto: su sola presencia hacía crecer al máximo el rendimiento de sus compañeros.
Su fuego ganador puede apreciarse en esta secuencia que se dio en Bahía Blanca. Con Independiente fue campeón de Tercera un año (1957), ascendió al siguiente de Segunda a Primera (1958) y consecutivamente ganó el campeonato máximo (1959). Ahí paso a Olimpo (1960), el grande de su ciudad, que estaba en Segunda. En mi memoria tengo que fue por una motoneta... ¡Y volvió a salir campeón y ascender!
Se retiró, a los 32 años, el viernes 8 febrero de 1974. Sin que nadie lo supiera, lo anunció tras consagrarse campeón bahiense por 11a. vez al ganarle 52-50 el segundo desempate al Estudiantes de Beto Cabrera. El dramático partido había tenido el sello identificatorio de “La Fiera”: convirtió el doble del triunfo y, a quince segundos del epílogo, robó la pelota que podía significar la igualdad.
Participó en el comienzo del ciclo de Provincia de Buenos Aires, el más espectacular en la historia del Campeonato Argentino: fue cinco veces campeón, entre 1966 y 1971.
En 1969 Bill Américo Brusa, su gran amigo y factótum del básquetbol bahiense, pasó en limpio el listado de sus competencias de todo tipo ganadas hasta entonces, oficiales y amistosas. La cifra asusta: ¡70! En la tapa del programa editado para el acontecimiento se hizo un juego de palabras con la hazaña y su apodo: “Cada torneo... un “tituLITO”.
En 1963 llamó la curiosidad de la Selección Argentina, que debía participar en el Sudamericano de Lima. Cuando llegó, le preguntaron en qué posición jugaba. Vivo del año cero, hizo un rápido repaso de los lungos preseleccionados -Tito Ballícora, Caña Desimone, Zoilo Domínguez...- y se dijo: "Si les digo adentro, ¡yo no juego ni loco!"
Y entonces cambió su respuesta sobre la marcha: "¡Afuera!, ¡yo juego afuera!"
Ahí debutó (cuarto puesto) y también participó en el Sudamericano de Montevideo 1969 (tercero).
Intervino en dos Campeonatos Mundiales: San Pablo 1963 (octavo) y Montevideo 1967 (sexto). En total jugó 16 partidos mundialistas y promedió 9,25 puntos.
Sin ser su amigo, mantuvo con Alberto Pedro Cabrera una relación de gran convivencia e inalterable respeto para hacer de Bahía Blanca la Capital del Básquetbol en nuestro país. Fue una dupla que congenió de manera estupenda la magia basquetbolística de Beto con la fibra temperamental y caudillesca de Lito.
Con ellos, el necochense José Ignacio De Lizaso completó un trío de novela.
Su fuerte personalidad y sus actitudes solidarias le dieron a Lito gran ascendencia sobre el resto. También era un líder para mantener la disciplina del grupo. Si había que volver a las once de la noche, se encargaba para que el cumplimiento no sufriera excesos.
No tenga dudas cuando le pidan un caudillo en la historia del básquetbol argentino: diga Lito, diga Fruet.
FUENTE: Webasketball por Osvaldo Ricardo Orcacitas - ORO
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