MANDARON DIPLOMÁTICOS JAPONESES A LA GAYOLA
Eran los primeros años de la dictadura militar. En Mar del Plata se realizaba la Conferencia Mundial del Agua de las Naciones Unidas, con la presencia de Ministros plenipotenciarios, funcionarios y expertos de todo el mundo.
En momentos de la organización previa, conjuntamente con miembros del Servicio de Informaciones del Estado (SIDE), al Coronel a cargo del entonces GADA 60l, que tenia a su cargo la “Seguridad” del magno evento, se le ocurrió la idea de hacer recorrer todos los lugares nocturnos, boites y demases de Mar del Plata, confeccionando una planilla, con destino a un libro-guía de servicios recomendados, negocios en que los titulares se comprometían a llamar a un Teléfono especial ante cualquier inconveniente surgido con algún diplomático delegado identificados todos con credenciales con foto colgando de las solapas. Ante cualquier llamado de inmediato partía un móvil dotado de un traductor/a oficial y custodios que procedían a solucionar el entuerto, cualquiera fuera. En especial, copas de más en boites de Constitución u otros lugares non-santos de la ciudad
Se confecciono, así, un libro “blanco” de los comercios que aceptaban las normas y habían proporcionado un listado de personal, cuidadosamente controlado.
Y había un libro negro, con expresa mención que tal comercio no era recomendable, no debía ser visitado y que, las autoridades argentinas y la UN no asumían ninguna responsabilidad ante problemas surgidos con el uso de esas ofertas de bienes y servicios incluidos en la ignominiosa lista negra. Ambas, eran distribuidas a los funcionarios de Relaciones Publicas de cada delegación, para conocimiento de todos los delegados.
La lista negra contenía, entre otras, la mención de un Cabaret que funcionaba en un subsuelo de la Avenida Colon casi Buenos Aires, frente a la Plaza, dotado de señoritas profesionales y travestís, especialmente traídos de la Capital Federal para el magno acontecimiento.
Un día antes de la inauguración oficial, había arribado una nutrida delegación del Japón, procedente de Tokio previa escala de un día en Paris.
Seguramente motivados por lo” pecaminoso” de una lista negra, esa misma noche, sin avisar a nadie, cruzaron caminando del Provincial a la Plaza, pasaron a los pies de Peralta Ramos le hicieron un guiño a Don Cristóbal y cruzando la calle se sumergieron en el cabaret.
Serían como las cuatro de la mañana, cuando en la oficina de los servicios de Seguridad montada en el Provincial, a cargo del Coronel, sonó la alarma. Había problemas “con unos japoneses en un cabaret”
Y el”problema” era muy simple. Los japoneses se negaban a pagar la abultada cuenta, argumentando que, apenas dos noches atrás, en el Lido de Paris, habían tomado el mismo Champán francés, y pagaron menos de la mitad (en dólares) de lo que les pretendían cobrar..
El dueño del cabarute ya había llamado a sus amigos de la Seccional Segunda, que, con un móvil presuroso llegaron con dos efectivos que procedieron con la rutina de pedir documentos, palpar de armas, y aprietes similares. Mientras tanto, impasibles, los japoneses seguían negándose a pagar la abusiva cuenta.
Pedido de envío de un micro para detenidos (los japoneses eran como treinta), por parte de los bisoños oficiales y el delegado que hacía de “lenguaraz” con su rudimentario castellano, ante el intento de forzarlos a salir del local rumbo a la cafúa, dijo:
“No problem…nosotros vamos pero…señoritas también” señalando a las chicas a quienes la cosa ya no les parecía tan divertida.
Y allá fueron todos, delegados y señoritas, a falta de espacio en el bondi, sentadas en la falda de los divertidos nipones.
Ya estaban por ficharlos y hacerles tocar el pianito, cuando llega a la Seccional la brigada al rescate. Autos, sirenas ululando, motos, civiles y uniformados, un bolonqui precioso tipo “FBI en acción” para una plácida madrugada marplatense.
Comisario que llega, despertado de apuro- Hubo explicaciones, reverencias, disculpas, mas reverencias, mas disculpas y una fila de limusinas negras en la puerta de la calle, con ostentosas banderas argentinas y estandartes de las Naciones Unidas sobre guardabarros delanteros.
“Si nosotros nos vamos, señoritas también” dijo el lenguaraz de los japoneses, que se acomodaron en los vehículos llevando cada cual su ocasional pareja rumbo a un desfile surrealista. Recorrieron media Mar del Plata. Villas, barrios, pensiones de La Perla. En cada domicilio, la procesión de limusinas se detenía, se bajaba el japonés cuya “pareja” llegaba a su domicilio, y con reverencias y “harigatos”, iluminados por un sol naciente, pero de acá, parecían extras que filmaban una película de Fellini.
Finalizado el reparto de señoritas se fueron al Hotel,
Terminaron tomando champán con medialunas en la confitería del primer piso del Provincial, mirando el sol levantarse sobre el mar, y comentando, con risatas en japonés, la noche divertida (y gratuita) pasada en su primer día en “la feliz”
Quelevachaché
Lucho Martines Tecco
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