Por Patricio Femenis
El escenario es mi refugio. Yo domino ese espacio. Es el único lugar adonde soy yo plenamente”. La que vibra allá arriba, y lo revive aquí hoy, con más de treinta años, es una voz santiagueña provenida de una larga tradición de cantores y otras más cercanas.
Con piel en tono de corteza y cabello negro, rostro afinado en el monte y aguda voz santiagueña, Paula Suárez no es sólo la hija de Chingolo Suárez, referente del pago, y hermana de dos cancionistas de peso de esta generación, todos seguidores de Peteco Carabajal, Jacinto Piedra y Horacio Banegas (entre varias fuentes): su mellizo Juan Cruz Suárez, vasto compositor hoy radicado en París. Y Santiago Suárez, su otro hermano, el creador de El vislumbre del Esteko, referencial por actitud rock y búsqueda entre chacareras, gatos y guarachas. Santiago encendido.
No es sólo Paula Suárez una voz que espeja tradiciones sino una buscadora de nuevos rumbos. Y de a poco es descubierta en Buenos Aires por su brillo, su afinación y su alto registro. “Muchos me dicen que me parezco a algunas cantoras viejas de Santiago”, asegura. También hablan de ella los que giran por las peñas porteñas. Saben que se autoprodujo un disco de siete temas como Paula Suárez Trío y que planea otro este año: para ella, que tiene una hija de 10 años y lleva 10 envolviendo escenarios, es un norte arduo. “Aquí hay un montón de peñas, de lugares, pero uno va pichuleando. No queda otra: hay que insistir, salir”, sabe, y se observa apenas un año atrás: “Yo hasta febrero pasado trabajaba 11 horas diarias y aparecía cantando sólo cuando me invitaban”. Hasta que se dijo: “Me dedico a full a la música. Es clave que vean que estás activa y que lo que hacés es distinto a lo último que escucharon de vos”.
Alude a mucho antes, cuando cantaba en Santiago con Crisol, aquella banda que conformó junto a Juan Cruz Suárez: el autor del vasto repertorio que hoy ella atesora. “Arrancamos en dos mil, y esas canciones quedaron en el inconsciente de un montón de gente”, dice Paula. “Fueron unas épocas hermosas y me caen las fichas mucho después, cuando Juan Cruz se va a París y yo tengo que cantar sola”.
“No escucho a nadie que cante como vos”, le ha dicho más de una vez su guitarrista, Pablo Ledesma, de 25 años. Con él y con el bombisto Marcos Paz halló el tono y el proyecto: retomar aquellas canciones de Juan Cruz. “Cuando él se fue, quedó la vacante para que yo me hiciera cargo. Creo que encontré mi propio estilo dentro mi familia”.
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