Haber sido de los que se acordaban de los cumpleaños de familiares y amigos aún antes de la aparición de Facebook y su herramienta destapa-memorias; de los que sabían las capitales de los países del mundo, los ríos más importantes, las montañas y hasta su signo monetario, antes de que Wikipedia nos hiciera las cosas a su manera.
Haber sido de los que hacían cola en las casetas de teléfonos públicos y/o cabinas para hacer ese llamado imprescindible, antes de convertirnos en "personales", "claros" y "movistares" para comunicar hasta qué color de medias nos ponemos (con mensajitos y emoticones mediante); de los que despertaban gracias al estruendo febril de los despertadores a cuerda o a pilas, antes de que celulares-despertadores o equipos de audio programables llegaran (también con su estruendo febril) a nuestras vidas.
Haber sido de los que veían videos de todo tipo cuando los pasaban en la televisión o cuando un amigo prestaba un VHS, antes de hacer de YouTube un templo; de los que iban seguido al cine o alquilaba "pelis" en el video, antes de la explosión de tanto portal en los que pueden verse hasta los estrenos de hace dos minutos.
Haber sido de los que jugaban al fútbol (corridas, pelota al pie -o reventándola a la tribuna- y transpiración), antes de este presente gamer del reino de "Fifa 13"; de sacar fotos con rollo (acertar o equivocarse con el foco, qué más da), de filmar en cinta, antes de que lo digital llegara para quedarse, en cantidad y HD; de escuchar la radio para las últimas noticias, antes de enterarse de todo 140 caracteres mediante por Twitter.
Haber sido de los que iban al banco y llegaba a conocer la cara del cajero, antes que el e-banking o el débito automático lo dominaran todo; de los que consultaban mapas carreteros siguiendo tal o cual ruta y llegaban a ese lugar (a veces a los tumbos), antes de que el GPS nos lo indique con lujos y toques de primera.
Haber sido de los que iban a aprender inglés, guitarra, dibujo, mecánica, dactilografía (y todo lo que sea posible) a un instituto, antes del imperio naciente de las clases on line; de los que mandaban cartas y postales en papel antes que mails, chateos, WhatsApp y demases le pusieran trepidante instantaneidad a la comunicación humana.
Haber sido de los que solían visitar amigos lejanos, antes que el Skype los pusiera al frente, en voz e imagen, pantalla led mediante; de los que consultaban enciclopedias y diccionarios, antes que googlear fuera un acto casi reflejo que despeja dudas a solo un click.
Tiempos distintos, mentalidad y procederes distintos. Del hombre analógico al hombre digital. Del reino físico y mecánico a lo virtual y táctil. Según los puntos de vista, hay cosas mejores y otras no. Cambia, todo cambia, está claro. Y también que el pasado es la llave de un presente que abre sus puertas a un mañana que siempre será un constante desafío. Felizmente.
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