A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 5 de marzo de 2013

LA ATORMENTADA VIGILIA DE LOS CARDENALES




ROMA – La cátedra de Pedro está vacía. Joseph Ratzinger la ha abandonado con un corte neto y ha dejado el futuro gobierno de la Iglesia a un sucesor que le es desconocido, como es desconocido todavía para los mismos cardenales que lo elegirán.
No se recuerda, en el último siglo, un preconclave tan a oscuras y tan vulnerable a presiones externas e internas.
El último veto clamoroso de una potencia mundana, el imperio austrohúngaro, contra un cardenal que estaba a punto de ser elegido Papa es del año 1903.
Pero hoy, es el “cuarto poder”, el de los medios de comunicación, el que no da tregua a los purpurados llamados al cónclave.
Uno ya ha caído, el escocés Keith Michael Patrick O’Brien. Benedicto XVI, en uno de sus últimos actos como Papa, ha dado celeridad a su dimisión como arzobispo de Edimburgo, y él mismo ha anunciado que no viajará a Roma para la elección del nuevo pontífice.
Otro es el ex arzobispo de Los Ángeles, Roger Mahony, censurado por su mismo sucesor, José Horacio Gómez.
Un tercero es el ex arzobispo de Bruselas, Godfried Danneels.
Para los tres los cargos de acusación se refieren a esa “suciedad” contra la que el Papa Ratzinger ha combatido su valiente batalla.
Mahony y Danneels han resistido hasta ahora a la purga, pero dentro del colegio cardenalicio su prestigio ya está prácticamente anulado.
Sin embargo, hace pocos años, los tres estaban en la cresta de la ola. Entre los nueve votos que el cardenalCarlo Maria Martini, el candidato bandera de los cardenales progresistas contrarios a la elección de Ratzinger, tuvo en el primer escrutinio en el cónclave de 2005, se incluían precisamente los de O’Brien, Mahony y Danneels.
Hoy, de esta corriente progresista ya casi no queda nada dentro del sacro colegio.
Además de las presiones externas, sobre el cónclave hay también presiones que proceden de dentro de la Iglesia.
El informe secreto que los tres cardenales Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi han entregado a Benedicto XVI, y sólo a él, y que éste ha puesto a disposición exclusiva de su sucesor, un informe sobre el cual no se ha filtrado ni siquiera una línea pero que se sabe retrata un cuadro preocupante del malfuncionamiento de la curia romana, pesa sobre el cónclave como una bomba de relojería.
Ello condicionará la elección del nuevo Papa, porque al elegido se le pedirá que realice urgentemente esa reforma de la “governance” que Benedicto XVI ha dejado inacabada, so pena de que la Iglesia se precipite en un desorden institucional tal que pueda oscurecer su misión última y verdadera: reavivar la fe cristiana allí donde esté debilitada y llevarla donde aún no ha llegado.
También en los cónclaves precedentes los cardenales sufrieron presiones análogas.
En los dos de 1978, los que eligieron como Papas primero a Albino Luciani y luego a Karol Wojtyla, a los purpurados se les entregó un dossier preparado por el “think tank” boloñés de Giuseppe Dossetti, Giuseppe Alberigo y Alberto Melloni, que incluía un capitulo detallado sobre lo que el nuevo elegido debería hacer en los primeros “cien días”: abolir las nunciaturas, hacer elegir a los obispos por las respectivas regiones eclesiásticas, conferir poderes deliberativos a los sínodos de los obispos, instituir al vértice de la Iglesia un órgano colegial “que bajo la presidencia personal y efectiva del Papa trate por lo menos bisemanalmente los problemas que se plantean a la Iglesia en su conjunto, tomando las decisiones oportunas”.
El dossier también le pedía al nuevo Papa que se “liberara del miedo a la revolución sexual”, innovando con decisión la moral cristiana en este campo, pero Juan Pablo II no hizo nada de todo esto.
En 2005 los boloñeses volvieron a la carga apostando por el cardenal Martini y reimprimiendo en un libro su dossier, pero también Benedicto XVI, el elegido, lo ignoró totalmente.
A su sucesor los cardenales electores le pedirán mucho menos en materia de gobierno. Bastará que en los primeros cien días inicie una drástica reforma de la curia. Esta vez será difícil que el nuevo Papa se pueda sustraer a ello.

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