Por Pedro Javier Blanco
José Mujica dejó el poder en Uruguay y no piensa volver. “No voy a ser candidato en mi país, aunque no me crean”, dice. Lo hace en el marco de la 72° Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, que lo invitó a dar una charla sobre un “nuevo paradigma de liderazgos”. El suyo. "Pepe" se sienta en una pequeña silla. Tiene lasmedias al aire, el pantalón arremangado y se le ven las piernas, cosa que no le molesta. No hay un gurú publicitario que le diga al oído que “no se ve bien”.
Los reflectores del salón y los ojos de todo un auditorio repleto le apuntan y él aclara, antes que nada: “Yo no soy líder de nada, soy un viejo luchador con suerte, digo con suerte porque estoy vivo, he cumplido 81 años y como tuve muchas derrotas en mi vida, aprendí algo, porque más se aprende de los porrazos que de los triunfos, los triunfos nos suelen llenar de frivolidad”, suelta.
Desde que dejó la presidencia, Mujica se dedica a viajar por el mundo y dar conferencias. Es una suerte de rockstar de la política, con el mate debajo del brazo. De cada tres invitaciones que recibe, sólo acepta una. Ha recorrido el planeta y cada vez que emprende un viaje sabe que al subir al avión le mentirán a la cara, una y otra vez. “Me toman el pelo en los aviones, te dicen disfrute el vuelo y uno está ocho horas sentado”, dice y despierta risas en el auditorio.
La charla todavía no empezó, pero Pepe necesita enviar un saludo al ex presidente Jorge Battle, internado en estado crítico en Uruguay. “Ojalá podamos volver a tomarnos el pelo”, señala. Acto seguido, Mujica arranca como un vendaval: “El amor es ciego y el odio también es ciego. La ventaja que tiene el amor es creador y el odio no sirve más que para sembrar rencor y envenenar”.
Pepe relata cómo comenzó su fama de conferencista en una Asamblea General de Naciones Unidas. Como Uruguay se presenta por la U y los presidentes suben al estrado por orden alfabético, Mujica esperó y esperó y esperó para hablar: “Se habla siguiendo el diccionario, y ya lleva uno horas y días de aguantar, entonces dije algunas cosas que han quedado por ahí dando vueltas a raíz de las cuales sobre todo las universidades me invitan, ando volcando lo que pienso por ahí, particulamente hacia la gente más joven".
“Me gusta hablar de un mundo que va a venir y en el que yo no voy a estar. Cometan vuestros errores pero no los nuestros, aprendan de los errores de nuestra generación”, reflexiona. “Estar vivo es un milagro porque son enormes las chances para no haber nacido, más de 40 millones de posibilidades, merecería que los seres humanos le diéramos valor a este hecho. La vida se nos va y es el bien mayor, esto hay que repetirlo con mucha fuerza, hay más suicidios en el mundo que las víctimas de todas las guerras y homicidios, algo anda mal en nuestra computadora”, agrega con dolor en los ojos.
Mujica habla de las clases sociales y sus valores, de los señores feudales, de la burguesía como fundadora del capitalismo, con la mística de trabajo y del ahorro, y desemboca en el actual sistema, al que critica con ferocidad: “Ya no está la burguesía ni esa mística, ahora está la actividad financiera, pertenece al conjunto de grandes empresas internacionales, con una visión sofisticada de la riqueza, con tonos brutalmente especulativos”.
Es civilización sin dioses, el dios es el mercado. Hay una cultura funcional a las necesidades del mercado, ha impulsado un hiperconsumo, eso es una necesidad del mercado y es el fantasma de todos los economistas que el mercado no funcione”, resume y va más allá: “Una cultura no son los cuadros que se cuelgan, las bailarinas que bailan o las poesías que se escribe, es la cotidianeidad de nuestras relaciones. Parece que si no compramos es pobreza y somos infelices. Es la acumulación de riqueza como norte del triunfo humano”.
Para Pepe Mujica, “esta es la carta amarga de esta civilización que nos ha traído tantas cosas buenas. La energía atómica sirve para curar enfermedades, para generar energía, y puede terminar con la vida humana. Ante esto, esta pregunta: ¿Son más felices los hombres?”.
“El crecimiento económico es importante, pero si la vida es importante: ¿sentirse feliz es importante o no? ¿Cuales son las clases de las cosas que tocan a nuestra felicidad? Por poco que analicemos, veremos que son losafectos y cosas relativamente simples, más allá de ello es poco lo que hay. La felicidad está ligada a la libertad: somos libres no en el momento de la vida que estamos en nuestras obligaciones para sobrevivir y hacer frente a necesidades materiales, no somos libres cuando ejecutamos un trabajo para ganarnos la vida”, argumenta.
Mujica aclara que lo que dijo no es “apología del no trabajo”. Y se enoja: “¡El que no trabaja vive a costillas de otro que sí!”. Sigue: “La libertad es cuando con el tiempo de nuestra vida hacemos lo que nos gusta: pescar, jugar al fútbol, no importa. Para tener felicidad hay que tener tiempo libre. Un concepto griego: nada en demasía. Hay que trabajar para vivir pero no vivir para trabajar, hay que tener tiempo para el amor, para los hijos, para seres queridos, amigos, para cultivar afectos humanos, son la única forma posible de felicidad”. “Estas conclusiones que son elementales pero olvidadas, pueden que sean la enfermedad de alguien que estuvo muchos años en soledad, se dio cuenta que las pequeñas cosas de la vida tienen enorme importancia. Y pienso, intento volcarle estas ideas a los jóvenes que se van a hacer cargo del mundo, a los viejos los doy por desahuciados, hay que luchar por una cultura”, marca.
La frase de cabecera de Pepe es que hay que vivir liviano de equipaje. La repite varias veces a lo largo de la charla, en que con despojo y palabras llanas logra hipnotizar a todos, erizarse la piel y hacer que se enamoren de lo simple: “Es el sentido de vivir con sobriedad, liviano de equipaje y no enredarse en la constelación de compromisos personales que nos obligan a matar los afectos personales después para sostenerlo”.
“Yo no sé para dónde va a rumbear el mundo. Puedo hablar de liderazgo político, no empresarial, apenas tenía un boliche. Hay liderazgo por plata, de papá, del abuelo, o por capacidad; el verdadero liderazgo se basa en principios y valores, un sano consentimiento que no se impone, se concede, es como el silencio en una asamblea, se gana si se consigue el interés”, destaca mientras en la sala el silencio es total.
“Los líderes no hacen la historia, la historia se expresa a través de gente. La historia es más importante, toda causa podrá tener un nombre o estandarte, pero es colectiva, sino no puede llegar muy lejos”, esgrime. Y enseguida esboza una idea atípica que puede desafinar en los odios de muchos presidentes y dirigentes del continente: “Los partidos políticos están enfermos, la política no es una profesión, no debe tomarse como una profesión, es una pasión creadora, de compromiso, que nos hace feliz”.
“Al que le guste mucho la plata hay que sacarlo de la política, no nos tienen que pagar mucho, la política para hacer plata no, hay que vivir como vive la mayoría no como vive la minoría, vivir liviano de equipaje... No lo digo para mi partido, lo digo en general, así como hay gente para el fútbol, para investigación, para negocios, hay que elegir a la gente para la política. Si la gente que se mete en la política para ganar plata ahí estamos fritos”, asegura.
Redoblando la apuesta, Pepe habla de la política como “puro desinteres” y sentencia: “La política tiene que ser por el honor, el respeto de la gente, el cariño, uno tendría que pagar, eso tiene un valor que no es de plata y el que no se sienta así, no lo metamos, no le pidamos que de lo que no puede dar. Me pueden decir que hay que pagarle bien, los capacitados se contratan, el alma no se puede contratar”.
“Por eso hemos caído en el descrédito en la política, muchos agarran como trampolín para enriquecerse, la gente no cree, el hombre es el lobo del hombre, son cosas que valen la pena pensar”, explica y se gana los aplausos del auditorio otra vez con sus palabras cargadas de energía, pero al mismo tiempo llenas por la melancolía de un mundo que viene repleto de desafíos globales y él, a sus 81 años, está seguro que no verá.
Así lo dice. Por eso no volverá a ser candidato a presidente. Argumenta que "está viejo" y Uruguay "merece gente más joven". Pero enseguida plantea un sueño recurrente que tiene y remarca: “Si la vida la podría dibujar como una pulpería, me gustaría decirle al pulpero:‘Por favor, sirva otra vuelta, porque la aventura de los años venideros va a ser notable’".
"¿Por qué me habré apurado tanto para nacer?”, se sincera, como si él hubiese tomado esa decisión y no sus padres. El auditorio se para y aplaude. Pepe Mujica sonríe, saluda y se saca selfies con todos. No tiene apuro, viaja liviano de equipaje.
MUJICA Y LA MARIHUANA: "YO NUNCA FUMÉ"
El ex presidente de Uruguay se refirió a su decisión de despenalizar el consumo de marihuana. A continuación su reflexión:
"La realidad es fea y es también realidad. Si es realidad y si no la puedo superar, la tengo que enfrentar , si la tengo que tapar el peor. En Uruguay ,cada tres presos uno es por droga. Hace muchos años los veníamos reprimiendo. ¿Eso quiere decir que estamos de acuerdo con la marihuana? No, no estamos de acuerdo con la marihuana, yo personalmente nunca fumé en mi vida, pero soy pecador. He fumado cigarros, Dios me libre, como una chimenea y el chupe no digo nada. ¿Y que es bueno? Que va a ser bueno, es horrible, pero vaya con los hombres, verdad. Aquí hay un problema de límites. Si tomo dos whiskys por día, no me hará bien, se soporta. Si me tomo un litro me tiene que internar, porque soy un alcohólico, soy un enfermo.
No puedo andar corriendo un muchacho de 18 años por andar fumando un cigarrillo de marihuana y meterlo preso, ‘toy loco. Si lo tengo en la ilegalidad y el tipo tiene que ir a morir en la ilegalidad, ni siquiera lo puedo detectar y tratar a tiempo. Si esta de la mañana a la noche queriendo fumar, loco, te tenés que internar.
Peor que el que fuma es el tráfico, el tráfico termina a los tiros, el tráfico no arregla sus cuentas no con escribanos, ni abogados, ni contratos. No pagaste las cuentas te pego un tiro. Apareció en mi país el ajuste de cuentas, una cosa que no existía.
En mis aventuras por cambiar el mundo, de lo que puedo dar cuenta es de presidios. Debo haber estado en 60 calabozos. Estuve una vez en una cárcel común, con presos comunes, y entendí los códigos, abajo en el mundo de la delincuencia también hay códigos, la irrupción del narcotráfico significo pulverizar todo, es la degradación dentro de la degradación, desaparecieron los valores. Plata o plomo.
Esto me dijo una vez un militar: 'No nos vayan a meter a nosotros en una larga guerra contra el narcotráfico, porque lo que no resiste ningún ejército del mundo, son los granadazos de 100 dólares'.
Un señor del cual no soy adepto, el pope del neoliberalismo, plantea la tesis de que la única manera es robarles el marcado. Es un tema de mercado. Mientras tengan el monopolio del mercado los audaces estamos condenados. Significa eso la liquidación de la droga, no significa sacarlo de la sombra y eliminar la clandestinidad. La humanidad va por ese lado, pero anda a los tumbos porque lleva 80 años reprimiendo, no dio ningún resultado.
No defiendo la droga, por el contrario, pero la política que tenemos no da resultado. Hay otra cosa peor, usted cuando un muchacho le dice esto está prohibido, le está poniendo la mecha, enfrentar lo prohibido. Pero las medidas las toman los viejos, que se olvidan que alguna vez fueron jóvenes y que todo lo que es prohibido y misterioso atrae. Yo quiero ser un viejo joven”.
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