A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

jueves, 1 de diciembre de 2016

LA ULTIMA GRAN CATEDRAL DEL TANGO


Por Eduardo Parise
Los conocedores de los códigos quinieleros saben que el número 14 está asociado con los amantes exagerados del buen vino o de las medidas generosas de whisky. Además, los conocedores de cuestiones vinculadas con el lunfardo tienen claro que la expresión “ir a parar a los caños” alude a una situación de economía quebrada y a la mala experiencia que están atravesando los protagonistas de ese momento. En cambio, los conocedores del tango y su mundo porteño recuerdan que la conjunción de la palabra Caño y el número 14 sirve para evocar un lugar que, en Buenos Aires y durante casi 25 años, figuró en forma exitosa como “La catedral del tango”.
Entonces, vale la pregunta: ¿si aquello fue un éxito rotundo (había que reservar con anticipación ya que el local siempre estaba lleno de espectadores, argentinos y de todo el mundo), por qué el nombre relacionaba un fracaso con gente que se había tenido que tomar las bebidas sobrantes del negocio?
Todo empezó a gestarse a principios de 1962, una época en la que el tango no tenía esa imagen de música popularmente arrolladora de la década de 1940 y buena parte de la de 1950. Justamente por eso casi no había lugares para disfrutar un buen espectáculo con esos sonidos. Pero en ese momento hubo un músico que vio la posibilidad de hacer algo al respecto: era el pianista Atilio Stampone. Asociado con su amigo Vicente Fiasché, quien también acercó a su amigo Rinaldo Martino (famoso ex jugador del San Lorenzo, campeón de 1946 y luego de otros equipos) pensó en crear ese espacio.
El mismo Stampone fue quien contó la historia. Dijo que antes de largarse, consultaron a Aníbal Troilo, ya consagrado como “el bandoneón mayor de Buenos Aires”. Y recordó que el gran Gordo prometió su apoyo al proyecto (“Juéguense y cuenten conmigo totalmente”, afirmó) pero advirtió: “Lo más probable es que terminemos todos fundidos y tengamos que irnos a vivir a los caños”. Ahí fue que alguien, agregando el número, hizo su aporte: “Ya tenemos el nombre del local; se va a llamar Caño 14”. Abrieron en marzo de 1962 en un lugar modesto que estaba en un entrepiso sobre la calle Uruguay, entre Paraguay y Marcelo T. de Alvear.
La capacidad era para apenas unas 50 o 60 personas y las sillas, algo incómodas, eran de madera y paja. La leyenda agrega que la madre de Troilo hacía las empanadas que se vendían allí. En el primer elenco estaban el cuarteto de Troilo, Enrique Mario Francini, Héctor “Chupita” Stamponi, el dúo Horacio Salgán y Ubaldo De Lío y los cantantes Marcelo Paz y Ruth Durante. También siempre hacía su aporte el contrabajista Humberto Pinheiro quien, en la noche de la inauguración, llegó y tocó junto con el pianista Lucio Demare. Todo aquello, como se diría, fue un exitazo súper.
El boca a boca y el prestigio que cobró el local hizo obligatoria la mudanza. Así pasaron a una cuadra del lugar original y llegaron al subsuelo de Talcahuano 975. La capacidad permitía hasta 400 personas. Allí los turistas extranjeros (amplia mayoría) se mezclaban con empresarios, actores y actrices, deportistas y políticos.Dicen que el “combustible” preferido eran los whiskys importados y que cada noche, cuando se cerraba la jornada, los mozos buscaban y coleccionaban las cajitas vacías de los cigarrillos de otros países que quedaban sobre las mesas.
Por supuesto que Troilo y Roberto Grela seguían como figuras. Pero ahora, además, se podía disfrutar de talentosos como Osvaldo Pugliese, Mariano Mores, el Quinteto Real, el sexteto de Francini (con Julio Ahumada y Néstor Marconi en los bandoneones), el Sexteto Tango y el Sexteto Mayor.
El show iba de martes a domingos. Empezaba siempre a las 23 y la presentadora oficial era la locutora Lucía Marcó, esposa de Stampone. Atilio la había conocido cuando ella trabajaba en radio El Mundo, en el famoso Glostora Tango Club. Estuvieron juntos hasta 1998, cuando ella murió.
La lista de cantores no le iba en saga a la de los músicos. Por allí pasaron, entre otros, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Alberto Podestá, Virginia Luque, Alba Solís, Raúl Lavié, Nelly Omar, María de la Fuente. Es decir: la Primera A tanguera. Troilo seguía siendo el padrino del local y sobre el escenario, que no estaba muy elevado del piso, se lucían bailando Juan Carlos Copes y María Nieves. Caño 14 cerró en 1986.
Y aunque en 1997 hubo un local en Recoleta que llevaba ese nombre (Stampone había vendido la marca) aquello no fue lo mismo. Mantenía calidad (los directores artísticos eran los bailarines Rodolfo y Gloria Dinzel y el director musical era Marcial Ricardo Ríos) pero no prosperó.
El único hecho triste que registra la historia de Caño 14 ocurrió el 27 de agosto de 1978. Fue cuando Enrique Mario Francini se desplomó sobre el escenario cuando tocaba el tango Nostalgias, junto con su amigo “Chupita” Stamponi en el piano. Quienes corrieron a auxiliarlo cuentan que sus últimas palabras fueron “mi violín, ¿dónde está mi violín?”.
En cambio, en ese ámbito de la calle Talcahuano hubo muchas alegrías. Una de ellas la marcó la noche en que allí debutó un muchacho cordobés y flaquito al que apodaban “Fatiga”. El joven (tenía 22 años) venía del mundo del rock, donde había actuado en grupos con nombres como The Black Coats, Los Tammys y Los Tell Stars. Su seudónimo de esos tiempos era Jimmy Williams. Pero en 1969 un importante cantor llamado Horacio Quintana lo escuchó cantando tangos en Teodelina, su santafesino pueblo natal, y trajo al cordobés a Buenos Aires. Hizo contacto con Antonio Maida y lo probaron en Caño 14.
Tuvo tanta aceptación que se quedó cantando ahí durante dieciocho meses seguidos, lo que marcó el desarrollo posterior de su carrera fulgurante. Esa noche Troilo se convirtió en su padrino artístico. Al poco tiempo, el muchacho aquel grabó su primer hit discográfico, titulado “Para vos, canilla”. Se llamaba Rubén Juárez y fue un ídolo y referente para muchos. Pero esa es otra historia.

CAÑO14

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