Por Roberto Vozza
El “desastre de Suecia” como se calificó la actuación argentina en el Mundial de 1958, sumió al futbol nacional en tinieblas.
El catastrófico resultado de aquella participación desnudó la realidad, para darnos cuenta que mas allá de los honrosos pergaminos logrados en América, a la hora de competir con otras fuerzas del mundo, estabamos bajo el signo del desconocimiento y la improvisación, a contra cara de esa Europa que después de la devastadora guerra, con un profundo sentido nacional, comenzaba a recuperarse en todos sus ámbitos.
El fracaso del 58’ fue un “duelo” del cual pudimos recuperarnos 20 años después, con la obtención del campeonato del mundo.
El temor y la desconfianza a otro desliz parecido entonces, mostró en el Mundial de Chile de 1962 a una selección argentina que fue a su disputa a no perder por goleada. Un equipo híbrido, sin convicción, conducido por Juan Carlos Lorenzo. Perdió entonces con Inglaterra (3-1), le ganó a los búlgaros (1-0) y empató con Hungría (0-0) para volver a casa con el objetivo previsto: cumplir una actuación apenas discreta, sin sofocones.
Dos años después, Brasil organiza lo que se llamó “Copa de las Naciones”, un cuadrangular del que tomaron participación Inglaterra, Portugal y los dueños de casa.
A José Minella se le confió preparar lo que resultó finalmente un equipo improvisado y heterogéneo donde estuvieron: Amadeo Carrizo, José Varacka y Alfredo Rojas (que venían del 58’) los juveniles Alberto Rendo, Roberto Telch y Juan Carlos Messiano, y los consagrados Ubaldo Rattin, Luis Artime y José Ramos Delgado. Por lesiones habian quedado descartados Roberto Perfumo y Federico Sacchi.
Brasil contó con Pelé, Gerson, Jairzinho y Gilmar. Los ingleses a Bobby Charlton, Moore, Greaves y Hunt – del lote de campeones del mundo de 1966 – y Portugal a Eusebio, Torres, Coluna y Simoes, componentes de un destacado plantel.
En la jornada inaugural, Brasil golea a Inglaterra y los nuestros dan cuenta de Portugal 2-0 donde el mítico Amadeo Carrizo demuestra por qué fue uno de los mejores arqueros del mundo.
El 3 de junio, la selección argentina da la nota al vencer a Brasil 3-0 en el estadio Pacaembú – primera derrota como local después del Mundial de 1950- donde Carrizo le atajó un penal a Gerson al elevarse hacia la izquierda y sacar el balón con una mano al corner – mientras que Messiano anuló con pegadiza marca a Pelé. La actuación del lateral argentino fue tan efectiva, que “el Rey” impotente le aplicó un tremendo cabezazo en el rostro que determinó la fractura del tabique nasal y su reemplazo por Telch.
En esa misma jornada, el empate de Inglaterra y Portugal ponia a Argentina al frente de las posiciones.
La Copa de las Naciones tuvo como corolario el triunfo de nuestra selección sobre los ingleses 1-0 para quedarse con un trofeo que fue el corolario de la mejor actuación del equipo nacional ante adversarios de otros continentes.
El título quedó como un emblema, que sirvió para recuperar confianza y el temple y permite señalar precisamente, que la vergüenza ayuda a convertirnos en héroes.

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