El libro Guinness la había declarado la mujer más gorda del mundo. Una distinción que no resulta envidiable ni saludable, claro. Y ella decidió tomar cartas en el asunto.
Pauline Potter, de 48 años y oriunda de California, batió el récord mundial de obesidad luego de su divorcio. Tras separarse de su pareja, Alex, engordó 127 kilos y no podía volver a su peso anterior.
Cuando su exesposo se enteró, decidió reunirse con ella e intentar ayudarla. La cercanía volvió a unirlos, revivió el amor y las sesiones interminables de sexo que se reanudaron en la relación la ayudaron a bajar 45 kilos.
Según relató Pauline, su hombre -que vive en Arizona por trabajo- la visita dos veces al mes y comparten alrededor de cuatro días juntos en cada viaje. En veinticuatro horas hacen el amor unas seis veces por lo que la mujer pasó de pesar 330 kilos a 285 en muy poco tiempo.
“No me puedo mover mucho, pero en cada sesión quemo 500 calorías”, explicó alegre y desvergonzada
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