A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 13 de noviembre de 2012

SE FUE EDGARDO ESPERON, UN CLASICO DE LOS 70


Por Miguel Brevetta Rodriguez
Se acercó a la ronda en el café como si nos conociera de toda una vida. Se presentó porteño, tanguero, abstemio y militante de aquellos tiempos en que se daba la vida por Perón. Un personaje simpático, serio, educado, noble y sencillo fue aceptado por todos y como pocos fue querido y reconocido por su don de caballero y su aire gentil.
Se arraigó entre n
osotros y se declaró santiagueño para siempre. Vivió las más osadas peripecias de entonces, desde deambular sin rumbo cierto, hasta encontrar casa y cobijar a un ciego que no tenia en claro donde estaba.
Pucho en mano y mate semi amargo, siempre presentes, ilustraban la escena cotidiana, mientras se sucedían los amigos de la entonces bohemia de fines del setenta.
Marcelo Adorni, el fabuloso, Pocho Dittamo, el gordo Borras, Mario Candó, Cacho Lora, Balo Badajoz, Nano Neme, Cacho Hoffman y tantos otros que alguna vez protagonizamos el espacio cultural que aun no termina de completarse.
Erudito en materia tanguera asombró con sus conocimientos sobre la belle epoque porteña y su trascendencia hasta nuestros días. Su incontenible verborragia daba cuenta en la trasnoche de la radio que existió un mundo diferente en Buenos Aires, cuando nuestro Homero Manzione escribía sus primeras letras.
“África Boîte”, el viejo cabaret de la zona de Huaico Hondo, lo tuvo como presentador oficial en sus comienzos, cuando una copiosa publicidad anunciaba a la cantante “Alex el torbellino del Caribe”, una rubia espectacular de raíces mendocinas que paraba en el viejo Savoy Hotel.
“Hay que erradicar las adicciones y los malos hábitos –decía- y para ello mostrarnos solidarios”. Compartía nuestras jornadas de pesca, las interminables sobremesas, los extenuantes desvelos, siempre con su mate amargo y un cigarrillo encendido.
Una mañana me confesó que había conocido una mujer extraordinaria y que con ella tenía pensado abordar una nueva vida, lejos de los excesos, de las repetidas rondas de café y de los tantos malos ratos sometidos a los vaivenes políticos de entonces.
Ya no lo volví a ver. Salvo algunos mensajes y saludos cruzados, a veces daban cuenta de nuestras vidas. Supe que consiguió conformar la familia que tanto anheló y que fue muy feliz con hijos y nietos.
Lo recordé siempre, en la escasa distancia de vivir en este pueblo y en verdad me dolió su partida, pues no es fácil conocer a un bohemio-clásico, y tenerlo de amigo.

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