LA IMPRESIONANTE COLUMNA DE FORT LLENA DE CLAVOS |
Ricardo Fort se había sometido a un sinfín de operaciones estéticas, de columna, de rodilla, para cambiar prótesis y más. Su organismo estaba más que frágil. El parte médico del sanatorio donde estaba internado indicó que murió a causa de "un paro cardíaco asociado a una hemorragia masiva", el desenlace de los múltiples trastornos que le produjeron las altas dosis de analgésicos, antibióticos y morfina. "Se trata de un organismo intoxicado por intervenciones quirúrgicas e infecciones y maltratado por los medicamentos en los que buscó calmar el dolor, pero que dejaron efectos adversos en su organismo", explica a Clarín la doctora Sandra Swieszkowski, de la Fundación Cardiológica Argentina.
"Un paro cardíaco no es sólo consecuencia de un infarto o una arritmia", afirma la cardióloga del Hospital de Clínicas de la UBA. "En el Caso de Fort -sigue- ha sido el desenlace de un trastorno que en medicina llamamos 'alteraciones del medio interno', es decir afecciones de órganos como el hígado o los riñones que alteran los niveles de distintos indicadores esenciales del organismo, como por ejemplo los electrolitos".
Así, la cadena de más de 27 cirugías y sus complicaciones fueron delineando un cuadro en el que cada vez aparecían más órganos vitales afectados. "Fort ha sido un paciente sometido a un fuerte estrés, no en términos de banalización del término, sino un cuerpo estresado por estar sometido a enfrentar permanentemente distintos problemas como cirugías, infecciones y el dolor crónico que trató de paliar con analgésicos no esteroides que empiezan ocasionando gastritis (en febrero pasado tuvo que ser operado por una perforación del duodeno), corticoides y luego morfina que produce acostumbramiento y requiere cada vez de dosis más altas", señala Swieszkowski.
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