Por |Ricardo Roa
Entre tantas curiosidades que tiene nuestro país está que festejamos dos veces el Bicentenario. Lo hicimos hace seis años con Cristina y ahora lo hacemos con Mauricio. Y como el que paga la fiesta elige la música, la música que eligieron Cristina y Mauricio muestra qué pasa por la cabeza de cada uno.
El de Cristina fue un Bicentenario a todo trapo. La megalomanía de la arquitecta egipcia no tuvo límites. Escenarios teatralizados a lo Hollywood y una fiesta pos moderna con Fuerza Bruta como insignia, dicho sin doble intención.
Sólo hubo lugar para uno: ella. El video histórico exhibido en la autocelebración fue mezquino y miserable. No hizo referencias a los otros gobiernos democráticos salvo para descalificarlos.
De Alfonsín recordaron los episodios de Semana Santa. De Menem, las privatizaciones. Y de De la Rúa las imágenes de diciembre del 2001. Duhalde no apareció.
Si los 200 años de Cristina parecieron organizados por un Cirque du Soleil kirchnerizado, los de Macri parecen organizados por la revista Billiken. Con perdón del Cirque du Soleil y de la revista Billiken. Misa en la Catedral, desfile, sesión simbólica y una nueva declaración de la Independencia con gobernadores. Toda la celebración cuesta el 10% de lo que costó la otra.
En el Bicentenario de Mayo, Néstor y Cristina fueron la Patria y todos los demás éramos público o no éramos nada o éramos enemigos de la Patria. Y como ellos eran la Patria, se quedaron con la Patria.
Sin aquel brillo efectista, en este Bicentenario de Julio podríamos suponer que estamos aprendiendo de Borges aquello de que “nadie es la patria pero todos lo somos”. Algo cambió. Pero lo incorregible otra vez nos acompaña. Y es grave.
Habría que haberle avisado a la política que los 200 años de la Independencia tienen que ver con el país, no con los partidos, nombre éste último pocas veces tan claro. A los políticos que son o dicen ser representantes del pueblo y que no estuvieron en Tucumán.
El sayo les calza a muchos. No fue un retroceso al desplante cristinista en la asunción de Macri pero se le pareció porque repitió una desunión donde no debe haberla.
Ausencias notorias: Gioja, el presidente del PJ que acompaña a De Vido y Pichetto, el jefe de senadores peronistas que suele acompañar al Gobierno pero se disgustó por la forma en que fue armada la sesión de ayer.
La historia es un espejo retrospectivo para aprender. 200 años son más años que los de cualquier facción. El país es anterior a todos los partidos, cuestión muchas veces olvidada por la política.
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