A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

viernes, 8 de julio de 2016

NOSTALGIAS TUCUMANAS


Por |Ricardo Roa
Entre tantas curiosidades que tiene nuestro país está que festejamos dos veces el Bicentenario. Lo hicimos hace seis años con Cristina y ahora lo hacemos con Mauricio. Y como el que paga la fiesta elige la música, la música que eligieron Cristina y Mauricio muestra qué pasa por la cabeza de cada uno.
El de Cristina fue un Bicentenario a todo trapo. La megalomanía de la arquitecta egipcia no tuvo límites. Escenarios teatralizados a lo Hollywood y una fiesta pos moderna con Fuerza Bruta como insignia, dicho sin doble intención.
Sólo hubo lugar para uno: ella. El video histórico exhibido en la autocelebración fue mezquino y miserable. No hizo referencias a los otros gobiernos democráticos salvo para descalificarlos.
De Alfonsín recordaron los episodios de Semana Santa. De Menem, las privatizaciones. Y de De la Rúa las imágenes de diciembre del 2001. Duhalde no apareció.
Si los 200 años de Cristina parecieron organizados por un Cirque du Soleil kirchnerizado, los de Macri parecen organizados por la revista Billiken. Con perdón del Cirque du Soleil y de la revista Billiken. Misa en la Catedral, desfile, sesión simbólica y una nueva declaración de la Independencia con gobernadores. Toda la celebración cuesta el 10% de lo que costó la otra.
En el Bicentenario de Mayo, Néstor y Cristina fueron la Patria y todos los demás éramos público o no éramos nada o éramos enemigos de la Patria. Y como ellos eran la Patria, se quedaron con la Patria.
Sin aquel brillo efectista, en este Bicentenario de Julio podríamos suponer que estamos aprendiendo de Borges aquello de que “nadie es la patria pero todos lo somos”. Algo cambió. Pero lo incorregible otra vez nos acompaña. Y es grave.
Habría que haberle avisado a la política que los 200 años de la Independencia tienen que ver con el país, no con los partidos, nombre éste último pocas veces tan claro. A los políticos que son o dicen ser representantes del pueblo y que no estuvieron en Tucumán.
El sayo les calza a muchos. No fue un retroceso al desplante cristinista en la asunción de Macri pero se le pareció porque repitió una desunión donde no debe haberla.
Ausencias notorias: Gioja, el presidente del PJ que acompaña a De Vido y Pichetto, el jefe de senadores peronistas que suele acompañar al Gobierno pero se disgustó por la forma en que fue armada la sesión de ayer.
La historia es un espejo retrospectivo para aprender. 200 años son más años que los de cualquier facción. El país es anterior a todos los partidos, cuestión muchas veces olvidada por la política.

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